martes, 20 de julio de 2010

CUANDO EL BULLYING ES LO QUE IMPORTA, PROGRAMA POR UNA CULTURA DE NOVIOLENCIA Y BUEN TRATO EN LA COMUNIDAD EDUCATIVA






El estudio de la violencia escolar en el Distrito Federal, ha pasado por varias construcciones   y  se puede dividir en dos etapas, la primera en la que el origen de la violencia viene de fuera –que se ha analizado en el capítulo anterior- y otra que mira a lo violento como una pandemia  al interior de la escuela y centra su intervención en las relaciones que los alumnos establecen entre sí, para intentar abatir una cuestión que hasta ese momento sólo había aparecido de manera marginal en los programas de intervención: el bullying. 

Este segundo momento se caracterizó por el protagonismo del gobierno capitalino y su Secretaria de Educación (SE), actores qué encabezarían la lucha contra esta nueva amenaza. Que el gobierno del Distrito Federal y su naciente secretaria de Educación hallan centrado sus acciones de intervención en el bullying (término inglés, que traduce el concepto de mobbing acuñado por Dan Olweus, y que fue adoptado por la SE, para nombrar lo que más tarde entenderían por maltrato entre iguales), resultó sorpresivo, pero muy exitoso, ya que hasta ese momento la investigación tenía otras preocupaciones y si bien el bullying se mencionaba en algunas investigaciones, este no ocupaba el lugar protagónico que le daría el gobierno local y que compartiría más tarde la opinión pública nacional, para comprender como ocurrió esto es necesario plantearse el camino conceptual que atravesó la construcción de la violencia escolar en el Distrito Federal, en las distintas investigaciones que intentaron explicar la misma.

En 2005 la Administración Federal de Servicios Educativos en el Distrito Federal (AFSEDF) dio a conocer el estudio Estrategias para prevenir y atender el Maltrato, la violencia y las adicciones en las escuelas públicas de la ciudad de México[1]escrito por Sylvia Beatríz Ortega Salazar (primera Administradora Federal), Marco A. Ramirez Moncarro y Adrian Castelán Cedillo.  En él daban cuenta de 4 estrategias seguidas por la AFSEDF, y su sentido quizás fue mucho más  propagandístico que científico, ya que promocionaba programas y acciones emprendido por Ortega durante su gestión como administradora federal.   Sin embargo llama la atención que el maltrato, el abuso y las adicciones, sean las categorías que engloben los fenómenos de violencia al interior de la escuela, pues eran fenómenos presentes desde hace muchos y no se había legislado al respecto.  Entre las acciones que promociona este artículo se encuentran  la creación de  los Lineamientos para la Organización y el Funcionamiento de los Servicios Educativos en el Distrito Federal,  que en sus artículos 14, 15 y 16, marcaban  una prohibición expresa al maltrato, castigo corporal o psicológico, abuso sexual, negación del derecho a la educación[2], así como un procedimiento a seguir en caso de encontrar estas conductas en los responsables del proceso educativo o administrativo de las escuelas –docentes, personal de apoyo a la educación-   pudiendo incluso recurrir a la Unidad de Atención al Maltrato y Abuso Sexual Infantil[3].

Se implementó también un programa para Prevenir el delito y las adicciones;  otra estrategia fue la Formación de Valores  lo que implicó la puesta en marcha de una nueva  asignatura llamada “Por una cultura de la legalidad” en la que se buscaba reforzar la formación ciudadana y el apego a la democracia,  así como la puesta en Marcha del programa “Contra la Violencia Eduquemos para la Paz”  así como el programa “Escuela Segura, Sendero Seguro” -descritos en el capítulo anterior- En el caso de la violencia en la escuela los autores  citan  a Roland y Galloway, quienes  plantearon que la violencia en un grupo escolar se presenta con mayor incidencia cuando los maestros aplican sanciones o formas disciplinarias rígidas[4].   También destacan las conclusiones de este estudio al respecto de la percepción que tiene la comunidad escolar  sobre la violencia y la incidencia de otros temas relacionados con esta:  encontrando que dos terceras partes de los alumnos se consideran protegidos dentro de la escuela, aunque la tercera parte de los varones y la quinta parte de las mujeres considere que sus compañeros son peligrosos, menos de la mitad de los adolescentes se siente tratada con calidez por sus profesores y solo un poco más de la cuarta parte en el caso de los varones y una quinta parte de las alumnas recurriría a un maestro para resolver algún problema.  El abuso sexual  y el maltrato por parte de algún docente o trabajador de la educación reportó 564 denuncias de las cuales 17% resultaron falsas.

En el caso de la adicción a estupefacientes se observa que los factores asociados  en ésta  son el género –los hombres consumen más aunque se observa un incremento en las mujeres y preferencias  particulares entre hombres y mujeres sobre el consumo de alguna sustancia-, los problemas de identidad, la baja tolerancia a la frustración,  la desintegración familiar, el abandono del hogar, la adicción a las drogas de algún miembro de la casa, el maltrato, y un ambiente de violencia en el núcleo doméstico.  El  15.2% de los estudiantes de secundaria reportó haber consumido al menos una vez sustancias adictivas, los estudiantes que habitan con sus dos padres tienen una mayor protección, frente a aquellos que residen solamente con uno o más progenitores, la actividad laboral de los estudiantes favorece el consumo de drogas, aunque  los principales factores de riesgo son el ausentismo y deserción escolar.
En el estudio Disciplina Violencia y Consumo de Sustancias Nocivas a la Salud en las escuelas Primarias y Secundarias de México   del Instituto Nacional de Evaluación Educativa, publicado en 2007,  la violencia escolar se concibe como un conjunto de comportamientos o conductas antisociales  (como las disrupciones en el aula, problemas entre profesores y alumnos, vandalismo, violencia física y extorsiones, robos, bullying, acoso sexual) y aparece el bullying como un proceso de intimidación y victimización entre iguales y aunque no incluye violencia física el maltrato intimidatorio puede tener lugar a lo largo de meses e incluso años siendo las consecuencias devastadoras tanto para la víctima como para la convivencia grupal[5].  En el capítulo tres La participación de los alumnos en actos de violencia se pude observar que la conducta violenta más practicada corresponde a peleas con golpes (19.9%), donde aproximadamente uno de cada diez estudiantes señala haberlo hecho durante el ciclo escolar; le siguen el daño a instalaciones o equipo de la escuela (9.0) , el bullying y el robo al interior de la escuela  (10.0).   


En la mañana del 22 de Abril de 2009,  Axel Didriksson Secretario de Educación del Distrito Federal, anunció los resultados del Estudio exploratorio sobre maltrato entre compañeros  y compañeras en escuelas primarias y secundarias del Distrito Federal, que dicha dependencia realizó en colaboración con la Universidad Intercontinental en 29 escuelas de educación básica,  así como un plan de acción que según sus palabras se englobaría en el Programa  Un, dos,  tres por mí y por mi escuela, y se llamaría Escuelas sin violencia, las cifras  y el nombre del estudio se repetirían muchísimo en los periódicos por la situación tan alarmante que describía  para empezar, retomaban una  palabra,  que  habría sido mencionada de manera marginal en el  estudio Disciplina Violencia y Consumo de Sustancias Nocivas a la Salud en las escuelas Primarias y Secundarias de México del INEE, y  sonaba entonces muy poco  y aseguraban que 9 de cada 10 alumnos de primaria y secundaria en el Distrito Federal lo padecían[6]. El que la SE, hiciera esta declaración marca un nuevo rumbo en el combate a la violencia escolar pues sería la primera vez que la dependencia local se manifestará sobre el tema para referirse al bullying como una especie pandemia que debía ser combatida, priorizándola en lugar de temas  como la drogadicción y el abuso que  habían venido dominando la discusión sobre el tema y que mediáticamente al menos, serían sacadas del debate aunque en la realidad siguieran presentes.

Como demuestran los estudios de la década de los noventa  anteriores la violencia escolar se asociaba de manera restringida  a fenómenos como la drogadicción y las conductas antisociales,  sin embargo la aparición del Estudio exploratorio sobre maltrato entre compañeros  y compañeras en escuelas primarias y secundarias del Distrito Federal, marcaría un nuevo enfoque  gubernamental pues se centraba exclusivamente en el Bullying pero definiéndolo de manera amplia como todo tipo de maltrato intimidación, amedrentamiento que ejerce un alumno (a) (o un grupo) contra otro alumno (a).  Este tipo de maltrato incluye acciones variadas, que generalmente son consideradas como “naturales o “normales”[7](los robos, las  peleas,  y otras formas de agresión),  pero sobre todo concentrando  la reflexión en el interior de la escuela y las relaciones que los sujetos entablan entre sí, sacando  del debate temas que dentro de la investigación educativa  en el Distrito Federal  tenían un papel preponderante como las drogas o  el abuso sexual.     El bullying pasó a convertirse en el tema prioritario de la educación básica en la  política educativa del Distrito Federal, y con el paso del tiempo  lo sería en otros espacios  como los medios de comunicación, el Congreso de la Unión o  los congresos estatales, después de este estudio quedó claro que el bullying era un mal a vencer, ya que era alarmante su proporción, aunque  en muchos casos el término no se comprendiera del todo.




[1] Sylvia Beatriz Ortega Salazar, Marco A. Martínez Macarro y Adrián Castelán Cedillo. “Estrategias para prevenir el maltrato, la violencia y las adicciones en las escuelas públicas de la ciudad de México” Revista Iberoamericana de Educación no. 38 (2005)  147-169.

[2] Los lineamientos en su artículo 14 prohibían la suspensión de los alumnos o su expulsión del plantel
[3] Pertenece a la AFSEDF y cumple entre otras funciones la de investigar el caso y turnarlo a las autoridades competentes para su desahogo, igualmente ofrece asesoría a las víctimas, sus padres o tutores y realizan trabajo de orientación y acompañamiento a las escuelas directivos y maestros.  Sobresale también que si se percibe a un alumno con señales de maltrato externo a la escuela, también deberá atenderse.
[4] Ortega, “Estrategias para prevenir el maltrato, la violencia y las adicciones”, 150.
[5] INEE, Disciplina Violencia y Consumo de Sustancias Nocivas a la Salud en las escuelas Primarias y Secundarias de México, (México:2007)  205 p. 
[6] Comunicación Social del GDF, Axel Didriksson: Las escuelas del DF deben ser centros con convivencia, interculturalidad y no discriminación, Transcripción del Miércoles, 22 de abril de 2009. Consultado el 6 de abril de 2012 desde 187.141.18.200:9003/libphp/makepdf.html?id=1033214
[7] SE-UIC. Estudio exploratorio sobre maltrato entre compañeros  y compañeras en escuelas primarias y secundarias del Distrito Federal (Mëxico: SE/UIC, 2009)  1 


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