El tiempo solo existe para los seres humanos. Las convenciones de noche, día, segundo, minuto, mes, año, y las coordenadas pasado, presente y futuro son conceptos arbitrarios elaborados por el hombre. Es decir, ni los animales ni otras formas de vida desarrollan la noción temporal como nosotros.
La Historia, también es muy reciente. Su definición y profesionalización caben en apenas 300 años, en los que la creación y difusión de relatos se delimitaron de tal manera que se originó un método capaz de explicar la realidad de manera científica. El tiempo es, por tanto, un tema de reflexión de la filosofía, la física y de toda disciplina que intente dar cuenta de lo realizado por el hombre. Sin embargo, es una categoría poco desarrollada por la pedagogía y aún menos por la didáctica. ¿Qué significa exactamente el tiempo en el salón de clases?
Hace unos años, antes de 2017 —cuando se modificaron una vez más los planes de estudio de la educación básica—, una alumna del doctorado en Pedagogía de la Universidad Nacional Autónoma de México me realizó una entrevista sobre el tiempo en el salón de clases. Su tesis sostenía que las reformas de 2011 habían incrementado el trabajo docente de tal manera que impedían la movilización contra la reforma laboral de 2013, la cual —como seguramente recordará el lector— generó las movilizaciones magisteriales más numerosas del siglo XXI en México. Yo rechacé su hipótesis por la naturaleza de lo que considero es el tiempo escolar, el cual depende sobre todo de los alumnos y sus vivencias. No obstante, nos centraremos en el profesor y en la forma en que este percibe el tiempo, ya que se trata de una experiencia mucho más fácil de integrar y describir en términos analíticos.
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El tiempo en la escuela primaria y en el resto del sistema
El tiempo que se usa en el salón de clases se vive de manera distinta en la educación primaria que en el resto del Sistema Educativo. El docente de primaria tiene libertad para organizar el orden o duración de sus módulos y cuenta con la flexibilidad burocrática para no reportar los cambios que realice durante su jornada escolar. En cambio, los docentes de los demás subsistemas del Sistema Educativo Nacional están sujetos a módulos de 50 o 60 minutos, que deben dividir entre actividades administrativas, como pasar lista, y actividades académicas, como realizar ejercicios de comprensión o evaluar productos elaborados por los alumnos. Ese tiempo, lamentablemente, no va a variar nunca. -
Los cambios curriculares y la docencia
Los cambios en la currícula mexicana obedecen más a luchas políticas que a un interés genuino por mejorar la instrucción, al grado de que nuestros líderes ignoran que la mayoría de los docentes desea capacitarse para enfrentar los retos que demanda una población cambiante. Tal vez usted ya lo haya notado, estimado lector: entre mayor sea la diversidad en un salón de clases, y más adversas sean las condiciones sociales de los alumnos, mayor conocimiento pedagógico, didáctico y disciplinar se requiere para impactar de manera positiva. Muchos docentes no solo están dispuestos, sino que ya realizan sacrificios importantes en su vida personal y familiar para recibir cursos, estudiar posgrados o acudir a seminarios, con el único deseo de aprender técnicas e ideas que les permitan enfrentar las cambiantes condiciones de la docencia. Así, cuando cambia el plan de estudios, los docentes se movilizan para resolver de la mejor manera posible los retos que se les presentan al aplicar el nuevo esquema.
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El tiempo según la formación del docente
El tiempo no lo vive igual una persona con una formación pedagógica sólida —que le permite interpretar e integrar los requerimientos de un nuevo plan de estudios o las necesidades de un contexto adverso— que alguien carente de habilidades sociales y centrado únicamente en el conocimiento disciplinar, sin desarrollar la capacidad de comunicar eficazmente lo que sabe.
El segundo caso requerirá mucho más tiempo para lograr una enseñanza efectiva, ya que su reto no consiste en organizar contenidos de manera eficiente, sino en gestionar la clase. Esta tarea puede ser mucho más desgastante de lo que aparenta y, contrariamente a la creencia de quienes opinan que cualquiera puede ser docente, requiere años de entrenamiento y conocimientos especializados en derechos humanos, resolución de conflictos, adicciones, modificación de conducta, etc.
La reforma laboral de 2013 implicó mucho más trabajo docente, no porque pretendiera desmovilizar a los inconformes, sino porque un gran número de profesores tuvo que sacrificar gran parte de su tiempo libre para autocapacitarse y cumplir con los nuevos requerimientos que la reforma de 2011 había supuesto.
La Nueva Escuela Mexicana, nombre de la última reforma educativa, no ha logrado revertir esa lamentable condición del trabajo docente. Aunque otorgó un año para familiarizarse con la nueva currícula, en la mayoría de los casos los colectivos docentes tuvieron que apropiarse del plan de estudios por su cuenta, quedando a merced de autoridades escolares que no lograron impulsar la autonomía escolar y se limitaron a exigir una serie de informes inútiles que en nada contribuían a la comprensión del plan de estudios 2022. Hoy, a tres años de su implementación, queda en duda si la Nueva Escuela Mexicana se aplica a cabalidad en las escuelas del país.
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