¡Maestros de México!, ¿cuándo nos pondremos de pie?,¿cuándo diremos?
¡No!
Primero vivimos una
campaña de denostación desde los medios de comunicación, que según ellos
mismos no es exitosa aunque su único dicho se base en las encuestas... pues a
pesar de todo, la confianza de los padres de familia y de muchos mexicanos
sigue puesta en sus maestros.
Después han venido
los ataques a las condiciones laborales de los maestros y acciones indignantes
contra nuestro gremio, desde colocar en la dirección del Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Educación a un títere como Juan Díaz de la
Torre el cuál no ha dudado ya en afirmar que las plazas de base no
están acordes con los nuevos tiempos. Ante esto no debería sorprendernos
que el líder sindical se adhiera al PRI, cuya cabeza visible, el
presidente Enrique Peña Nieto, no ha dudado en entronizarlo como sustituto de
Elba Esther Gordillo, al tiempo que mediante amenazas veladas, otro priista
Emilio Chuayfett Chemor, sigue sentenciando a muerte a la educación pública y
al normalismo.
¿Por qué ante estos
ataques los maestros de México seguimos callados y disfrutando de nuestros
recesos vacacionales? No es que se piense siquiera en la rebelión,
pero... ¿no deberíamos por lo menos manifestar nuestro rechazo de maneras
pacíficas, organizadas y comprometidas? ¿No tendríamos la obligación moral de
defender a Elba Esther Gordillo? ¿No deberíamos desobedecer a nuestros líderes
sindicales, ahora que sin vergüenza alguna nos dan la espalda? ¿No
deberíamos defender desde el aula nuestro amor por los niños, en lugar de
adherirnos como corderos a lo que nos dicta gente que nunca ha estado en un
salón de clases y no conoce las necesidades reales de las escuelas? ¿No
deberíamos ser capaces de hablar con la sociedad y explicarles que la
educación, no consiste en que los padres abandonen a sus hijos en las escuelas,
que si pretenden que los maestros asumamos esa responsabilidad en bien de
la patria necesitamos nuevas facultades y otra organización académica?
Hasta ahora todo el
mundo ha hablado en nuestro nombre para bien y para mal, pero nosotros, ¿cuándo
diremos? ¡No! ¿Qué obstáculos se interponen entre nosotros y la
independencia? ¿Qué obstruye nuestra tan anhelada y temida unión?
La configuración de la docencia que opera hoy en día en todos los
planteles del país es compleja, extensa y poco homogénea. Las
distintas formaciones de los maestros, la historia de cada nivel educativo y
sus condiciones institucionales ( el desarrollo y consolidación de los modelos
educativos, así como las necesidades y formas de organización y gestión,
el acceso y permanencia en el servicio, etc.), permiten entender el porqué
existe esta diversidad, sin embargo lo que aún no queda claro, es, por qué si
muchos de los integrantes de esa gran masa humana hoy por hoy se ven amenazados
al menos en la educación básica, por intereses que les son ajenos, no son
capaces de unirse y hacerle frente a un enemigo común.
La respuesta es compleja y creo que una idea que nos puede ayudar a
discutir este asunto tan necesario se puede sintetizar en la siguiente frase
"los maestros no tienen ideología, tienen intereses". El
contenido de la misma es por demás revelador y creo que refleja para la
historia una situación que espero alguna vez alcance en
los círculos magisteriales, un debate serio ¿puede alguien organizar
a un grupo humano que no tiene un sentido claro de hacia dónde va? Los maestros
no tienen ideología, pero tampoco la tiene la Secretaria de Educación Pública,
los maestros no conocen el rumbo pero tampoco lo ha definido la SEP.
Los maestros de hoy no poseen un punto para identificarse, pues proceden
de distintas casas de estudio, ante el fracaso del modelo de formación de
maestros, nos queda un panorama desolador, en el que la sociedad está
dividida, algunos apoyan la caricatura en la que se ha convertido
al maestro de hoy, y que puede leerse en las siguientes palabras de un ciudadano en las redes sociales:
¿Cuántos profesores podrían llamarse "independientes", es
decir, que piensen distinto al SNTE, CNTE o SEP? ¿Dónde están? ¿Cuáles son sus
propuestas? ¿Cuál es su propuesta para evaluar cuantitativamente (para
fines de análisis y comparación) a los maestros? ¿Cuáles deben ser, a su
modo de ver, los criterios para aceptar nuevos maestros (escolaridad,
experiencia, aptitudes)? ¿Hay exámenes que no sean "universales y
excluyentes"? ¿Usted no llamaría flojo a alguien que labora turnos de
6 horas diarias, de lunes a viernes, tiene vacaciones de al menos 2 semanas en
fin de año y semana santa y más de un mes en verano? ¿Usted no considera
criminal a quien toma calles, vandaliza y deja a los niños sin clase (derecho
constitucional, le recuerdo)?¿Está en contra que se alargue el calendario
escolar? ¿No es eso ser medio flojito? El que un empleado cumpla con su
trabajo, logre lo que se espera de él es lo mínimo que debe hacer para
conservar su puesto de trabajo, ¿Por qué usted espera que se festeje y se
reconozca lo mínimo, como la lectoescritura?¿Quién debe encargarse de realizar,
según usted, la "carta administrativa y académica", sino el maestro?
¿Pretende que se duplique la burocracia porque el maestro no debe ensuciarse
las manos con esas nimiedades? Por último, le propongo que nos comparta
información donde se reconozca con justicia la labor del docente. Nada me
gustaría más que leer algo sobre maestros muy preparados, con vocación bien
definida, que dejen de lado sus intereses personales y de grupo, que se enfrenten
al sistema, que logren generar impacto en sus comunidades, que transformen la
vida de los educandos, que logren que muchos niños sigan en el sistema escolar,
que logren la formación de hábitos intelectuales y morales... Por favor, nada
me gustaría más que volver a confiar en la figura del maestro.
Que la mayoría de la población opine que los docentes obtuvieron una
plaza porque la compraron, que su trabajo es poco y cualquiera puede hacerlo,
que está lleno de vacaciones es solo producto de una imagen que en nada
beneficia a la educación de este país. En esa desafortunada imagen no
existe ni siquiera la menor comprensión de la forma de vida que tiene un
docente; pues en el salón de clases nunca se improvisa, si
bien es cierto que se goza de mucho tiempo fuera del salón de clases,
éste tiene que usarse en planear, evaluar, diseñar materiales didácticos,
realizarlos, calificar trabajos, leer los materiales de la reforma que salen
siempre retrasados, y por si fuera poco adecuar cada día las clases porque algunos
grupos se atrasan otros se adelantan.
¡Qué no nos hablen de Vocación!
La vocación no es medible, no es cuantificable, es tan subjetiva como
cada quien quiera, ergo no existe.
Cuando Max Weber escribió El político y el científico,
derrumbo una idea que había estado en el seno mismo de muchas
profesiones, la gente nace para ser; son siempre
las condiciones sociales las que determinan a que se dedicará una persona, son
las habilidades que un sujeto logra desarrollar las que determinan, que tan
eficiente será un sujeto el día de mañana a la hora de dedicarse a un
empleo.
El caso de la vocación en México es un tema por demás triste, pues
esconde mucho del pensamiento mitológico que subyace a nuestra concepción de la
vida. "Es buen maestro, -tiene Vocación", resulta ser la afirmación
más falsa y utilitaria que puede darse a un profesional de la enseñanza.
Es negar que el individuo actúa responsablemente, es
también negarse la autonomía de acción.
Las cadenas que la idea de la vocación impone, son grandes lastres, una
persona con vocación tendrá necesariamente que ser sacrificada en nombre de su
misión, tendrá que incluso desprenderse de tiempo, esfuerzo, comida, en el plan
más desinteresado posible. No puede existir un lastre más grande, que vivir
esclavizado y amar la cadena.
Cuando la gente dice estar harta de la CNTE, y apela a la vocación, los
maestros deberíamos decir que esa es una idea inexistente que se ha usado
para utilizarnos, y que en harás de la democracia sindical que tanto esperamos
llegué alguna vez, haríamos muy bien en demoler.
NADIE PIENSA EN LOS NIÑOS
Los maestros de todo México, en todo momento, aún en nuestras casas
cuando preparamos la lección del día siguiente; cuando viajamos a la
escuela, cuando estamos de vacaciones, pensamos en los niños. Nuestra vida está
consagrada a ellos, pero por más que los queramos, nosotros no somos sus padres
y tenemos que soportar a veces con mucha impotencia el trato que les dan sus
progenitores, vemos con mucha indignación como nuestros niños y muchas veces
los adultos que les rodean, son abusados, vejados por la ignorancia que sacude
a este país. Qué nadie me diga que no pienso en los niños cuando yo no he
cancelado clases ningún día por irme a marchar.
He marchado a contraturno, pero
lo he hecho porque nunca podre comulgar con una reforma que apuesta a que
quitando los derechos laborales de los maestros, se obtendrán mejores
escuelas. Y no hay ni ha habido un solo instante desde que pise un salón de clases, con mis zapatos de profesor, en el que mi mente y mi corazón hayan dejado de pensar en mis alumnos.
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