miércoles, 9 de agosto de 2017

Misa para un Ateo


Tú no creías en Dios, "Dios no existe", "a ver repite conmigo: Dios no existe", era nuestro dialogo recurrente en esas noches cuando regresábamos tarde del teatro y me ofrecías tu casa para pasar la noche.  Curioso el destino, hoy  nos reunimos un grupo de personas a honrarte en un templo religioso y no sólo eso,  cada uno de los asistentes pudo decir una oración en tu nombre, comulgar contigo y para ti. 

Llegué  a la iglesia a las siete y cuarto, tu  tía estaba afuera para darnos la bienvenida, me alegré mucho de verla, recordé las palabras amables que siempre ha usado para conmigo.   Cuando entré a la iglesia, hermosa por dentro. aunque su patio desmerecía un poco,  observe a tu mamá rodeada de un montón de personas, al parecer amigos suyos y tuyos, que se habían reunido a recordarte.  No me atreví a saludarla, inmediatamente, pero como lo saben los que acuden a un servicio católico, existe un momento en la misa, donde todos nos tomamos la mano y decimos "la paz del señor sea contigo", en ese momento me acerqué a tu mamá, pues ella más que nadie necesitaba sentirla. 



Los fragmentos de la Biblia que leyeron durante la ceremonia, fueron muy atinados pues tenían como propósito reflexionar sobre lo que ocurre cuando una persona decide hacer algo, Dios -decía el texto, apoya a  aquellas personas que emprenden una acción, ya que ellos deciden hacer uso de su libertad para construir cosas, pero también para ayudar a los demás. Y es que ayudar a los demás debe ser una decisión que lleve al acción. De nada sirve ofrecer ayuda sino se  está dispuesto a darla verdaderamente. 

Sin embargo lo más especial ocurrió al final de la ceremonia religiosa, donde el Padre nos pidió que algunas personas pasáramos hablar para despedirnos de ti, la primera en hacerlo fue tu mamá y yo también pasé... perdóname... pero no podía dejar pasar la oportunidad de despedirme de ti. 

Recordé nuestra amistad, lo mucho que significas para mí, lo que sentí hace apenas tres días, al enterarme de tu muerte y lo mucho que te voy a extrañar, lo mucho que agradezco el amor que me diste, el apoyo cariño y todo el tiempo compartido. Todos parecemos recordarte comprando libros, leyéndolos, ofreciendo tu ayuda... 



Formamos un círculo y cada quien dijo un oración por ti, te llamaron Santo, recordaron que "Eduardo" quiere decir "Guerrero de Dios", sobre todo te desearon descanso eterno, tu mamá se sintió complacida de ver que habías sido una persona querida, como no serlo si fuiste el mejor amigo y la inspiración de muchos. 


Cuando me acerqué a despedirme de tu mamá me dijo algo que me ha hecho saber cuan incodicionalmente te quería, por me preguntó mi nombre y yo le dije " Antonio", "¿se acuerda de mí he desayunado algunas veces en su casa?" Ella me contestó, "esa sigue siendo tu casa".




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