Juan Díaz de la Torre renunció a la dirigencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) una vez concluido el mandato presidencial de Enrique Peña Nieto, rompiendo una suerte de pacto corporativo que permitía a los lideres del SNTE, perpetuarse décadas en la dirigencia nacional a cambio de servir de manera incondicional al partido único. Claro que este cambio no ocurrió en la nada. Desde que Elba Esther Gordillo Morales creo el partido del magisterio (Nueva Alianza), el pacto corporativo se había roto, con el PRI, pero se ofrecía como moneda de cambio para cada presidente o gobernador que tuvo que lidiar con Gordillo Morales, no olvidemos que ella sobrevivió a Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón, hasta que su ahijado político Enrique Peña Nieto la encarcelo.
El beneficiario del gesto de Juan
Díaz de la Torre y de la llegada de la Cuarta Transformación fue
Alfonso Cepeda Salas, un dirigente que si bien ha dado algunos pasos para modernizar
al Sindicato de Maestros, por ejemplo la creación de “SNTE Joven” para crear nuevos
liderazgos, que complementen la estructura gerontocrática y nepotista que han conformado las momias de los
comités centrales del SNTE, que ya amenaza no solo su funcionalidad sino su supervivencia.
no ha logrado concluir la transformación
de una de las instituciones más opacas de nuestro país y es que siendo sinceros
no lo ha intentado y yendo mucho más allá, en sus esfuerzos por encumbrarse en
el poder pretende revivir un pacto que nunca ha dejado de ser una ilusión.
Ahora resulta que los lideres
sindicales que no gozan de ninguna legitimidad en la base magisterial pueden
convocar a las mayorías a elegir un candidato. Quienes se tragan esta mentira
repetida mil veces por los comités del SNTE, se equivocan y ceden concesiones a
mentirosos profesionales que desde hace muchos años han perdido la posibilidad
de entregar elecciones, por la simple y sencilla razón de que el voto es LIBRE
Y SECRETO, y aunque pidieran fotografías del voto para entregar algún tipo de prebenda,
no son capaces de cooptar en su totalidad una estructura ciudadana organizada como la que representa el Instituto
Nacional Electoral (INE), ningún partido ha podido hacerlo porque en el mejor
de los casos se necesitaría un presupuesto semejante al del instituto para
lograrlo.
Tal vez Elba Esther logró engañar a Calderón con el voto corporativo, porque tal vez ella si controlaba a un determinado numero de electores, entre los comisionados sindicales y sus beneficiarios, pero nada más.
Cuando Alfonso Cepeda Salas asegura que puede lograr la afiliación masiva no solo miente, sino que refleja la añoranza de un pasado que tal vez no ha existido nunca, más que en las fantasías autoritarias de los lideres fascistas que han dominado el sindicato, ¿De verdad creen que la simulación solo es patrimonio de los altos funcionarios de la Secretaria de Educación Pública? ¿Acaso no se dan cuenta que desde hace muchos años esos funcionarios que hacen de la falsificación su principal aportación son activos valiosos de su organización?
Adendum: Lo ocurrido en la Secundaria 236 de Iztapalapa el 4 de febrero con Fátima, una alumna que fue hospitalizada luego de caer de uno de los pisos en su propia escuela, no solo es vergonzoso porque las autoridades escolares y educativas fueron incapaces de prevenir ese incidente, sino porque lamentablemente lo mismo podría ocurrir en cualquier establecimiento de la CDMX y se tendría igual resultado, una alumna lastimada, una sociedad sorprendida y ninguna solución a la vista.
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