DESESTRUCTURACIÓN
Y REORGANIZACIÓN DEL SISTEMA EDUCATIVO
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La Ley del servicio profesional
docente (LSPD), es una realidad que pesa hoy sobre el destino de más de un
millón de trabajadores de la educación. Sin embargo su acción y efectos no
pueden verse de manera clara si no se le compagina con las demás leyes y reformas
que se han aprobado en los días recientes. Las reformas al artículo 3° y
73°, así como las adiciones a la Ley General de Educación
(LGE) y la ley que otorga la autonomía al Instituto Nacional de Evaluación
Educativa, forman parte de un paquete que traerá en el sistema educativo dos
efectos que quizás no sean los buscados por los que han anunciado la necesidad
de implementar las mencionadas reformas legales; por una lado esta la
desestructuración y por otro la reorganización del sistema educativo del
sistema educativo.
Por desestructuración queremos nombrar a la
destrucción paulatina de todo lo que desde el punto de vista de los
reformadores, obstruye el desarrollo y la calidad del sistema educativo, y por
reorganización a la manera en la que se formará de nuevo el sistema de
educación pública nacional.
Aunque aún es muy pronto para
adelantar algo en ambos sentidos, valdría la pena preguntarse ¿qué tanto transforma
realmente las nuevas normas el juego imperante en la administración y gestión de
las escuelas de educación básica? ¿Es acaso una reforma educativa?, o
¿simplemente es una nueva forma de controlar al magisterio nacional,
mediante una reforma laboral? ¿Podemos decir que los que impulsan
realmente estás leyes son reformistas? ¿Qué tanto han cambiado las leyes
educativas realmente?
LA
REFORMA DE 2012 AL ARTÍCULO TERCERO CONSTITUCIONAL,
DE LA
DESCENTRALIZACIÓN SIMULADA A LA CENTRALIZACIÓN NECESARIA
"La
educación que imparta el Estado
tenderá a
desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano
y
fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria y la conciencia de la
solidaridad internacional,
en
la independencia y en la justicia”
Artículo
Tercero Constitucional (1946).
Las leyes en México
no han buscado normar o mejorar los procesos que forman nuestra vida cotidiana,
los mexicanos hemos buscado a través de ellas, formar una sociedad nueva, la
sociedad que queremos alcanzar. Cuándo Jaime Torres Bodet, se propuso cambiar
en 1946 el artículo tercero constitucional que decía:
"la educación que imparta el
Estado será socialista, y además de excluir toda doctrina religiosa combatirá
el fanatismo y los prejuicios, para lo cual la escuela organizará sus
enseñanzas y actividades en forma que permita crear en la juventud un concepto
racional y exacto del universo y de la vida social".
No pensaba solo en la
gratuidad, obligatoriedad y laicidad, características que desde el siglo
XIX, los liberales buscaban imprimir en la educación nacional. Torres
Bodet plasmo en su reforma de 1946 una visión humanista del individuo donde los
valores y el sentido de justicia y amor a la paria estuvieran consagrados,
aunque esta transformación solo era en algunas líneas, el espíritu del artículo
tercero se trasformaba para siempre, actualizando y dotando a la educación
básica de un marco que englobaba en sí mismo las bases filosóficas, legales y
organizativas al sistema educativo Mexicano.
En 1992 la fracción III del
artículo tercero decía:
"Para dar pleno cumplimiento
a lo dispuesto en el segundo párrafo y en la fracción II, el Ejecutivo Federal
determinará los planes y programas de estudio de la educación preescolar,
primaria, secundaria y normal para toda la República. Para tales efectos, el
Ejecutivo Federal considerará la opinión de los gobiernos de los Estados y del
Distrito Federal, así como de los diversos sectores sociales involucrados en la
educación, los maestros y los padres de familia en los términos que la ley
señale"
Con esta medida lo
único que se propició es que el gobierno federal concentrará en sus manos
funciones específicas, en las que incluso distribuía el gasto educativo,
impidiendo que el federalismo educativo se cumpliera y generará una situación
de excepción en el Distrito Federal, ya que esta fue la única entidad que no se
descentralizo y carga sobre sus espaldas el pesado bloque de la administración federal de la educación publica.
Ahora en el año 2012
hemos contemplado una nueva reforma a este artículo, que se suma a las de 1946,
1980 (autonomía universitaria), 1993 (Descentralización educativa) 2004
(obligatoriedad del preescolar) y 2012 (obligatoriedad del bachillerato), la
reforma actual adiciona el siguiente texto a la fracción III:
"el ingreso al servicio docente y
la promoción a cargos con funciones de dirección o de supervisión en la
educación básica y media superior que imparta el Estado, se llevarán a cabo
mediante concursos de oposición que garanticen la idoneidad de los
conocimientos y capacidades que correspondan. La ley reglamentaria fijará los
criterios, los términos y condiciones de la evaluación obligatoria para el
ingreso, la promoción, el reconocimiento y la permanencia en el servicio
profesional con pleno respeto a los derechos constitucionales de los
trabajadores de la educación. Serán nulos todos los ingresos y promociones que
no sean otorgados conforme a la ley".
Con esta adición al
artículo tercero y las demás que crean el INEE, en lugar de que el servicio
educativo se vea fortalecido asistimos a un duro proceso de reconcentración de
funciones, ahora no solo se decidirá desde el gobierno federal, el programa de
estudios y el presupuesto educativo, sino ahora la reglamentación de la función
docente, todo esto se decidirá desde el centro. Nada de esto es nuevo, y
nos regresa a aquel tiempo en que se tenía la soberbia de pensar que una
Secretaria de Educación Pública todo poderosa, sería capaz de dirigir los destinos
de una sociedad tan diferente y desigual como la Méxicana.
No existe un solo
México, ni mucho menos una sola cultura Mexicana, de donde sale ahora la idea
que será posible manejar desde una nueva burocracia educativa encarnada por el
INEE, lograr la estandarización del sistema educativo. Algunos dicen que es
necesario fijar, evaluar y medir desde un punto de vista internacional, fijando
indicadores que sirvan para llegar a ser el país de primer mundo que tanto se
ha prometido alcanzar en los distintos gobiernos. Y es precisamente así
como se logran las metas de una nación. Pero cuando se invoca esta cuestión se
ignora decirnos como es que dicha información realmente interacciona para
lograr un mejor sistema, para empujar la mejora. Y es que cuando se habla
de permanencia en el servicio, se abre la posibilidad de separar a todos
aquellos que no sean idóneos para el cargo, criterio que depende más de quién
juzga a quién, que de la verdadera interacción en el aula.
Elba Esther Gordillo
la otrora todo poderosa líder del sindicato solo logró oponerse a este
punto el de la permanencia pero no ha sido capaz
de mirar, o tal vez no le dieron tiempo, que el verdadero problema de
operación que se esconde en esta adición al artículo tercero es que además de
que no se sustituye ni actualiza la visión del hombre que debe formar el estado
mexicano y abre el camino para que este sea más centralizado y menos coherente,
la palabra calidad, y lo cierto es que aunque nos duela la palabra
calidad no dice nada. Ni siquiera está definida, ¿cómo acaso podremos
alcanzarla?
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