La Ley General del Servicio Profesional Docente, las reformas a la ley general de Educación y la Ley del instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, forman un entramado que tiene por objeto transformar las relaciones entre la SEP y los maestros, a esto sus defensores le llaman reforma educativa y sus detractores reforma laboral. Más allá de si nos encontramos ante una reforma educativa o laboral, lo que tenemos que pensar es ¿si al final de esta historia -que apenas comienza-, el esfuerzo habrá valido la pena?, los maestros han sido bombardeados casi diariamente desde que iniciaron sus movilizaciones con la famosa toma del congreso o del aeropuerto, como flojos, sucios, y adjetivos clasistas y peyorativos; el gobierno Federal ha sido exhibido como represor e intransigente; al ministro de educación se le ha llamado omiso, e incluso soberbio; la opinión pública se ha polarizado una vez más, y sobre todo arde hoy en muchos estados un malestar docente producto de una nueva centralización educativa que pretende avasallar sus conquistas; el sindicato esta rebasado; y todo para imponer una serie de reformas, quizás las heridas más serias que deja este conflicto tienen que ver con la forma más que con el fondo, porqué aunque no siempre parezca así, todos en México ansiamos una mejor educación. Pero fueron muchas las traiciones, muchos los insultos, muchos los días que deben recordarse como funestos, para un oficio que como primera condición requiere un amor sincero por los niños y adolescentes que estarán bajo su cuidado.
Aunque
el plantón en el Zócalo de la sección 22 llevaba, ahí desde el mes de
mayo y fue reforzado en el mes de agosto de una manera sorprendente, el
mes que hasta ahora ha sido el más álgido fue septiembre, con todo lo que eso
significa.
1 de Septiembre. La traición de los
diputados.
Ese
día se había convocado, a una marcha rumbo al congreso de la Unión sin
embargo sorpresivamente el contingente de la CNTE, decidió volver a su plantón
en el Zócalo y sin precisar porqué, la sección 22 anunció que regresaría a su
estado.
Pocas
horas duro el ambiente de concordia pues hacia las 8:00 de la noche el Congreso
de la Unión abrió el debate para discutir el dictamen para aprobar La ley General del servicio
Profesional Docente, en plena
cadena nacional, se violo un acuerdo, ya que al parecer se habría ofrecido el
retraso de la discusión de dicho dictamen y el inicio de una mesa de
diálogo con los docentes a cambio del repliegue de los profesores, se
replegaran a su campamento y volvieran a su estado. De nada sirvieron los
señalamientos que a este respecto hicieron varios diputados, le llamaron traición. También se dijo
resultaba imposible aprobar algo como lo estaban haciendo, sin leer siquiera el
dictamen. Nada los detuvo en la noche y madrugada del 1 y 2 de septiembre
la ley fue aprobada y enviada al congreso.
3 de Septiembre. Se impone
el régimen laboral
¿Qué
les hemos hecho los maestros? Preguntaba de manera insistente el Senador Fidel Demédicis
Hidalgo, La reforma es
centralizadora, denunciaba
Manuel Bartlett, Leyda Sansores denunciaba que se trababa de un proceso de simulación, ya que ni siquiera se había leído
la iniciativa. El debate fue nulo, solo se exhibieron dos posturas la de
los que pedían mayores sanciones a los docentes, y las de los que buscaban que
estás se minimizaran, ninguna de sus propuestas fue discutida sin ningún cambio
así paso la iniciativa.
13 de Septiembre. El día funesto
El
13 de Septiembre de 2013, llegué a mi escuela, tuve 3 clases, y observe como
llegaban visiblemente contrariadas un grupo de maestras que trabajan en el
centro de la ciudad de México, cuando me acerque a ellas, estaban asustadas,
tristes, ¿qué paso compañeras? Les pregunté curioso. Los están desalojando,
están quemando sus casas de campaña, hay policías por todos lados, contestaron
con una impotencia y dolor contenidos que me fue contagiada al igual que
a todos los compañeros que ahí estábamos reunidos para escuchar su relato, que
fue la primera versión qué tuvimos de aquella vergonzosa acción que llevo a
cabo el gobierno federal ese 13 de Septiembre para que el día 15, la televisión
nacional pudiera transmitir desde ahí
La
sorpresa dio paso a la indignación, ¡tenemos que marchar al Zócalo!, pero ¿y los
niños? El miedo, la sorpresa, la falta de organización fueron más fuertes una
vez más nos quedamos a cumplir con nuestra responsabilidad, aunque en medio de
una gran consternación. Ese sentimiento no solo fue nuestro fue el que
provoco que muchos estudiantes de varias escuelas universitarias tomaran varias
avenidas, para protesta por la CNTE, y demostrarle al autoritario gobierno
que no estaban de acuerdo con el llamado que las televisoras y otros
medios de información realizaban para "liberar" el Zócalo.
El
Zócalo significa muchas cosas para nuestro imaginario; es el lugar donde alguna
vez estuvo la mítica Tenochtitlán, capital del imperio Azteca; es también el
sitio donde los poderes virreinales pusieron sus máximos símbolos de poder, incluida
la virgen de Guadalupe, es el lugar donde han pasado todos nuestros
gobernantes, incluso ha sido testigo de la ocupación norteamericana, pero lo
que se defendió con el desalojo de la CNTE ese 13 de septiembre no era nada de
este pasado, ni siquiera significaba la recuperación de un espacio público para
la gente, era simplemente cumplir con un ritual: el grito de independencia, que
los presidentes mexicanos dan, para recordar el inicio de la gesta que en 1810,
comenzó con el llamado de Miguel Hidalgo a la población de Dolores, para
insurreccionarse y que 11 años después lograría la separación de nuestro
territorio del imperio español.
La
acción emprendida por el gobierno Federal desató una avalancha de protestas, se
llamó a no acudir al grito, a llevar víveres a la CNTE, que había logrado
refugiarse en el Monumento a la Revolución, algunos incluso llamaron a la
revolución.
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