domingo, 20 de marzo de 2016

PRESENTACIÓN DEL LIBRO DISCURSOS JAIME TORRES BODET 1941-1964.





Todos los textos  que aparecen aquí se hallan unidos, en mi recuerdo a la aceptación de una responsabilidad, al cumplimiento de un deber, a la conciencia de un compromiso.

Desde joven, tuve fe en la palabra empeñada para servir al hombre, en solidaridad con los hombres. Y la vida fue generosa conmigo, pues me brindó la oportunidad de manifestar esa fe, tratando de explicarme a mí mismo -y a los demás- la razón de un programa, la necesidad de una obra, la urgencia de una función.

No sé lo que en realidad las páginas de este libro sean para los lectores. Nada, tal vez… En cambio, son, para mí las huellas de una existencia. Constituyen parte esencial de mi biografía.

Siempre que subí a una tribuna, en México o en la India, en Quitandinha o en Bogotá, en París o en colombo, en el Cairo o en Nueva York, quise expresar simultáneamente una verdad personal y un estímulo para que me oyesen.

Nunca hablé para destruir. Como secretario de relaciones exteriores, anhelé interpretar la voluntad mexicana, franqueando a los pueblos rutas mejores hacia su colaboración efectiva en la libertad. Como secretario de Educación Pública, me esforcé por captar y por difundir -hasta donde pude- la profunda verdad de México. Y, como director general de la UNESCO, procuré inducir a los poderosos al examen de sus obligaciones indeclinables frente a los débiles: los desheredados de la historia, la geografía y de la cultura.

Hay dos maneras de considerar una vida: por lo que logra y por lo que puso empeño en lograr. Si el espectador se limita a calificar las realizaciones, deja en la sombra toda un zona importante de la existencia, la del esfuerzo. De esa zona, no es el éxito siempre ni la medida más justa ni la prueba más positiva.

Es cierto, muchas ilusiones palidecieron y no pocas lámparas se apagaron. Sin embargo, la luz de las que persisten continúa guiando mis pasos sobre el camino. Y quedan, afortunadamente, millares de aulas donde centenares de miles de niños atestiguan, con su presencia, que no todo lo que se pensó para ellos se pensó en vano, y centenares de talleres y de laboratorios, donde muchos jóvenes compatriotas se adiestran, por la práctica del trabajo o de la vida.


Estos discursos podrán parecer a las nuevas generaciones un tanto lentos, insistentes en demasía. Otras voces, más vigorosas, resonaran en lo porvenir. Pero al autorizar su publicación me conforta una certidumbre, la de que ninguno contiene nada que no revele mi amor a México y mi esperanza en la capacidad de superación que es honor del hombre.

JAIME TORRES BODET.


México, D.F., octubre de 1965.

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