Madurar es dejar de:
Tan solo tú (vía Facebook)
En estas horas, se acerca un nuevo día y, mientras escribo en la calma de mi casa, en todos los rincones se deciden, se hacen y se piensan cosas en nombre de los demás.
Es muy cierto que cada quien es libre de escoger para su vida lo que mejor le acomode, aunque no estoy muy seguro de que todas las elecciones merezcan el mismo respeto. A veces se eligen cosas por puro egoísmo, para aparentar algo que no se es, o simplemente se va por la vida sin saber a dónde se va.
He pensado mucho en todo lo platicado ayer, con o sin palabras, de manera intencional o simulada, y me sigo preguntando: ¿por qué desea matarse? ¿Acaso no he deseado su lugar muchas veces? ¿Tengo yo derecho a intentar impedirlo? ¿Puedo ser sincero bajo el abrigo de un techo y las gentilezas de ocasión y protocolo?
Vi más claridad en sus ojos que en muchas de las personas sobrias que encontramos en el camino. Para rodearse de tantos imbéciles, hay mucha nobleza en su corazón. Hace falta gran compasión para mirar la vida de otra manera y ser capaz de procurar que los demás tengan una sonrisa, un buen momento, el juguete deseado o la compañía que buscan. Y sí, todo a costa suya.
Sigo preguntándome: ¿por qué morir, si yo le voy a extrañar? Pero ahora sé que no debo intervenir, que ya no busca compañía, que está cansado, que quizá el destino lo alcanzó antes que a mí, que está tan rodeado de gente malvada que su tristeza ya no encuentra sentido... Pero yo agradeceré siempre ese instante en nuestras vidas.
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