
El llamado federalismo educativo [1] con posiciones a favor y en contra ha sido una constante en la historia de nuestro joven sistema educativo y el siglo XX ha sido el escenario en el que se ha decidido su futuro.
Durante los primeros
años la gran batalla del sistema educativo fue crear un sistema centralizado,
que durante las últimas décadas se veía como un obstáculo y el reto principal a
vencer para lograr la calidad educativa.
Después de la
Revolución Mexicana y al declararse la constitución de 1917 la educación paso a
manos de los municipios[2], sin embargo poco a poco
éstos mostraron su incapacidad para dotar a la población de los conocimientos
básicos, que el progreso del país requería, esto se explica por una
parte porque los gobierno locales muchas veces no contaban con los
recursos económicos o con personal capacitado para mantener a las
escuelas funcionando y por otro lado la carencia de un rumbo claro en el
sistema educativo hacía que todo esfuerzo se desdibujará y sólo se
beneficiará a unos cuantos en las poblaciones urbanas de las
ciudades más importantes del país.
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El presidente Álvaro Obregón y su Secretario de Educación José Vasconcelos. |
Durante la
administración de Álvaro Obregón[3] esta
situación se volvió más evidente, y comenzaron a surgir propuestas para
revertirla. La creación de la Secretaria de Educación Pública[4] y
la expansión de las escuelas administradas por el gobierno Federal[5], creo tres modalidades de escuelas, las
estatales, las federales y las municipales, siendo estas últimas las que
terminaran diluyéndose en el tiempo, sin embargo fue bajo el gobierno de
Plutarco Elías calles cuando el gobierno federal llegó a tener por lo menos una
escuela federal en cada estado, tendencia que a lo largo de las décadas
y de las prácticas presidencialistas que acompañaron el desarrollo
educativo, llegó a crecer hasta el punto que José Antonio Rosique Cañas y
Janette Góngora Soberanes describen que para los noventas de las 32 entidades
federativas, sólo en el estado de México coexistían los dos sistemas estatal y
federal de manera más o menos equilibrada; en Coahuila, Colima, Chiapas,
Chiapas, Chihuahua, Durango, Guanajuato, Nayarit, Puebla, San Luis Potosí,
Sonora, Tlaxcala, Yucatán y Zacatecas coexistían las escuelas estatales con
predominio del federal; y en los 12 estados restantes el sistema estatal era
prácticamente inexistente y desorganizado[6].
El centralismo
educativo vino a agravarse en la década de los cuarentas cuando incluso
incorporó la organización de los trabajadores. El corporativismo priista
había fundado centrales obreras a lo largo del territorio, para facilitar
su control y beneficiar los intereses del régimen, los maestros no fueron la
excepción y con la misma facilidad con que se les nombró apóstoles o misioneros
en el modelo vasconcelista, se les denomino trabajadores de la educación,
renunciando desde ese momento a su papel de transformadores sociales y pasando
a la dependencia sindical y gubernamental que estaba presente en todos
los frentes ya que el Secretario de Educación era nombrado por el presidente al
igual que su líder sindical, sistema que sería bendecido por Jaime Torres Bodet
en el nacimiento del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación
(SNTE), con estas palabras[7]: “Necesitamos que ahora
que os habéis unido, no perdáis el tiempo en debates internos, superfluos y
muchas veces perjudiciales; que todas las horas de vuestro calendario escolar
se consagren realmente a las tareas educativas”.
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El secretario de Educación Jaime Torres Bodet. |
El modelo de un
sindicato nacional, trajo consigo una organización que con el tiempo fue
amasando incontables mecanismos de presión política y una vida interna compleja
marcada por la violencia, la venta de favores y la corrupción, llegando
incluso a leyendas negras sobre sus dirigentes, que eran vistos por los maestros
disidentes como una suerte de caciques y muchas veces por la
opinión pública como operadores del conservadurismo contrarios a la
mejora educativa, pero cuyo poder sería incuestionable, por ejemplo en
tiempos de Jongitud Barrios los 950, 000 empleados de la educación
representaban tres cuartas partes del total de los empleados del gobierno
central[8] cuya lealtad estaba supeditada a los
designios de los líderes vitalicios como Carlos Jongitud
Barrios y Elba Esther Gordillo.
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El escudo del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. |
El centralismo educativo
desde principios de los setenta mostraba ya su agotamiento, la principal
crítica que se le hacía era la ineficacia, la calidad del sistema era la
nueva meta y desde la visión gubernamental el tamaño de la
SEP, impedía lograr una gestión que permitiera superar las dificultades
para su operación[9], se reconocía que la
cobertura era un gran logro del centralismo, pero que no tendría el
impacto deseado sino se acompañaba por una mayor eficiencia y calidad de los
procesos administrativos.
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Carlos Jongitud Barrios en el centro de la imagen y a su derecha Elba Esther Gordillo. |
Desde 1978 inicio un
proceso de desconcentración[10], fundando oficinas
regionales en los estados, y reorganizando a la SEP, pero la descentralización
sólo pudo consumarse en 1992 con la firma del Acuerdo Nacional para la
Modernización de la Educación Básica (ANMEB), entre el presidente de la
república Carlos Salinas de Gortari; 32 gobernadores, la SEP
representada por Ernesto Zedillo Ponce de León, el SNTE cuya líder
recién nombrada Elba Esther Gordillo, había logrado salvaguardar la
integridad de su sindicato, ya que entre las propuestas iniciales se
había planteado fraccionar al sindicato, sin embargo por la presión política de
este organismo dicha propuesta se rechazó.
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Ernesto Zedillo Ponce de León, Carlos Salinas de Gortari y Elba Esther Gordillo |
Emergía así una nueva
forma de relación sindical que resultaría asimétrica en muchos
casos. A través de este acuerdo es que se inició la descentralización
educativa, rompiendo así con todo una época en que se intentó centralizar el
sistema.
El ANMEB estableció
que el Ejecutivo Federal traspasa y el respectivo gobierno estatal
recibe, los establecimientos escolares con todos los elementos de carácter
técnico y administrativo, derechos y obligaciones, bienes muebles e inmuebles,
con los que la Secretaría de Educación Pública venía prestando, en el estado
respectivo, hasta esta fecha, los servicios educativos mencionados, así como
los recursos financieros utilizados en su operación [11]. El
gobierno federal asumió el compromiso de transferir los recursos
necesarios a los estados para lograr los objetivos que los nuevos planes y
programas plantearían [12], igualmente en dicho acuerdo
se hablaría de la resignificación del magisterio mediante programas de
capacitación, de vivienda, la instauración de Carrera Magisterial, de la
formación de maestros.
Sin embargo la SEP
reservo para sí atribuciones que por sí mismas, hacían del federalismo
educativo una falacia, la Secretaria federal por ejemplo fijaba el presupuesto
educativo sin que hubiera un criterio claro para ello, hacía los planes de
estudio y evaluaba al sistema educativo nacional.
En palabras de José
Antonio Rosique Cañas y Janette Góngora Soberanes, la descentralización
se convirtió en centralización [13], porque las facultades conservadas por
la SEP, solo incrementaron la desigualdad, pues el control de los recursos es
en escencia lo que garantiza la operatividad de los servicios educativos, así
como el diseño de los planes de estudio, aunado a qué la descentralización no
se hizo a petición de los estados sino del gobierno central.
En cada estado
comenzaron a funcionar nuevas secretarias de educación que en el mediano plazo
asumieron la conducción de los sistemas estatales, que en algunos lugares era
inexistente, ya que toda su estructura educativa había sido administrada en su
totalidad por el gobierno federal, sólo Veracruz y Yucatán tenía una
secretaria de educación a la hora de realizar la descentralización[14], los demás tuvieron que fundarlas o adaptarlas a sus
sistemas, pese a que cuando se firmó el ANMEB, no existía en el Distrito
Federal un gobierno independiente, cuando este finalmente surgió, tampoco se le
entregaron los servicios educativos.
La ley General de
Educación dejo claro que esta solo se daría con la anuencia del SNTE, por
una suerte de conveniencia entre el gobierno Federal y dicho organismo ya que
el artículo cuarto transitorio de la Ley General de Educación planteaba
que “el proceso para que el gobierno del Distrito Federal se encargue de la
prestación de servicios de educación inicial, básica incluyendo la indígena
–y especial en el propio Distrito Federal, se llevará a cabo en los
términos y fecha que se acuerde con la organización sindical.
A partir de la entrada en vigor de la presente Ley y hasta la conclusión
del proceso antes citado, las atribuciones relativas a la educación inicial,
básica incluyendo la indígena- y especial que los artículos 11,13, 14 y demás
señalaba para las autoridades educativas locales en sus respectivas
competencias corresponderán, en el Distrito Federal, a la
Secretaria. A la conclusión del proceso citado entrará en vigor el
primer párrafo del artículo 16 de la presente ley” [15].
Así se ataba de manos al gobierno del Distrito Federal para ejercer
las atribuciones que la Ley General de Educación daba a los gobiernos locales,
y en su caso intervenir en el proceso educativo en su propio territorio, lo
cual sólo resultaba conveniente para controlar políticamente un frente que
podría resultar peligroso para el gobierno federal que pertenecía a un partido
distinto que el que gobernaba en el Distrito Federal.

[1] El Federalismo es más que un
régimen político, una forma de entender a la sociedad que constituye un estado,
es un pacto donde los estados autónomos conservan algunas facultades y ceden
otras al gobierno federal para asegurar de esa manera el bienestar de la
nación constituida.
[2] Engracia Loyo y Anne
Staples. “Fin de Siglo y de un Régimen” en La Educación en
México (México: COLMEX, 2010) P. 159.
[3] Ibid., 160
[4] Ibíd., 161.
[5] En el modelo federal de educación
de 1917 quedaba claro que la federación no podría entrometerse en las
decisiones administrativas de cada establecimiento educativo, sin embargo el 8
de Julio de 1921 se reformo el artículo 73 que daba a la federación
nuevas atribuciones “la federación tendrá jurisdicción sobre los planteles que
ella establezca, sostenga y organice, sin menoscabo de la libertad
que tienen los estados para legislar sobre el mismo ramo educacional (…)”
[6] José Antonio Rosique Cañas y
Janette Góngora Soberanes, Descentralización postergada, ¿por qué? El
caso de la educación básica en el Distrito Federal Veredas,
número especial, (México:2008) pp. 119-146.
[7] Jaime Torres Bodet. “Discurso de Clausura del Congreso de
Unificación Magisterial (30 de Septiembre de 1943)” Discursos 1941-1961
(México: Porrúa, 1965) pp. 567-570.
[8] Alan Riding, Vecinos Distantes. Un retrato de los
Mexicanos, ( México:Planeta, 1985) p. 281.
[9] Alejandro Canales (2006) Descentralización y Federalismo (México:
Observatorio Ciudadano de la Educación, 2006) p 1.
[10] José Antonio Rosique Cañas y Janette Góngora Soberanes, Loc.
cit.
[11] Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica,
1992. P. 9
[12] Llegarían las reformas
curriculares en 1993 para Primaria y Secundaria plantearían la
introducción del enfoque constructivista de la educación básica.
[13] José Antonio Rosique Cañas y Janette Góngora Soberanes, loc. cit.
P. 132.
[14] Alberto Arnaut, Gestión del Sistema Federalizado 1992-2010,
en Los Grandes Problemas de México. Tomo VII. México, COLMEX,
2010, p. 234- 265.
[15] Diario Oficial de la Federación, Martes 13 de Julio de
1993.
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