CUANDO EL BULLYING ES LO QUE IMPORTA, PROGRAMA POR UNA CULTURA DE NOVIOLENCIA Y BUEN TRATO EN LA COMUNIDAD EDUCATIVA

El estudio de la
violencia escolar en el Distrito Federal, ha pasado por varias
construcciones y se puede dividir en dos etapas, la primera
en la que el origen de la violencia viene de fuera –que se ha analizado en el
capítulo anterior- y otra que mira a lo violento como una pandemia al
interior de la escuela y centra su intervención en las relaciones que los
alumnos establecen entre sí, para intentar abatir una cuestión que hasta ese
momento sólo había aparecido de manera marginal en los programas de
intervención: el bullying.
Este segundo momento
se caracterizó por el protagonismo del gobierno capitalino y su Secretaria de
Educación (SE), actores qué encabezarían la lucha contra esta nueva amenaza.
Que el gobierno del Distrito Federal y su naciente secretaria de Educación
hallan centrado sus acciones de intervención en el bullying (término inglés,
que traduce el concepto de mobbing acuñado por Dan Olweus, y
que fue adoptado por la SE, para nombrar lo que más tarde entenderían por
maltrato entre iguales), resultó sorpresivo, pero muy exitoso, ya que hasta ese
momento la investigación tenía otras preocupaciones y si bien el bullying se
mencionaba en algunas investigaciones, este no ocupaba el lugar protagónico que
le daría el gobierno local y que compartiría más tarde la opinión pública
nacional, para comprender como ocurrió esto es necesario plantearse el camino
conceptual que atravesó la construcción de la violencia escolar en el Distrito
Federal, en las distintas investigaciones que intentaron explicar la misma.
En 2005 la
Administración Federal de Servicios Educativos en el Distrito Federal (AFSEDF)
dio a conocer el estudio Estrategias para prevenir y atender el
Maltrato, la violencia y las adicciones en las escuelas públicas de la ciudad
de México[1], escrito por Sylvia Beatríz
Ortega Salazar (primera Administradora Federal), Marco A. Ramirez Moncarro y
Adrian Castelán Cedillo. En él daban cuenta de 4 estrategias seguidas por
la AFSEDF, y su sentido quizás fue mucho más propagandístico que
científico, ya que promocionaba programas y acciones emprendido por Ortega
durante su gestión como administradora federal. Sin embargo llama la
atención que el maltrato, el abuso y las adicciones, sean las categorías que
engloben los fenómenos de violencia al interior de la escuela, pues eran
fenómenos presentes desde hace muchos y no se había legislado al respecto.
Entre las acciones que promociona este artículo se encuentran la
creación de los Lineamientos para la Organización y el
Funcionamiento de los Servicios Educativos en el Distrito Federal,
que en sus artículos 14, 15 y 16, marcaban una prohibición expresa al
maltrato, castigo corporal o psicológico, abuso sexual, negación del derecho a
la educación[2], así como un procedimiento a seguir en
caso de encontrar estas conductas en los responsables del proceso educativo o
administrativo de las escuelas –docentes, personal de apoyo a la educación-
pudiendo incluso recurrir a la Unidad de Atención al Maltrato y Abuso Sexual
Infantil[3].
Se implementó también
un programa para Prevenir el delito y las adicciones; otra
estrategia fue la Formación de Valores lo que implicó la
puesta en marcha de una nueva asignatura llamada “Por una cultura de la
legalidad” en la que se buscaba reforzar la formación ciudadana y el apego a la
democracia, así como la puesta en Marcha del programa “Contra la
Violencia Eduquemos para la Paz” así como el programa
“Escuela Segura, Sendero Seguro” -descritos en el capítulo
anterior- En el caso de la violencia en la escuela los autores
citan a Roland y Galloway, quienes plantearon que la violencia en
un grupo escolar se presenta con mayor incidencia cuando los maestros aplican
sanciones o formas disciplinarias rígidas[4].
También destacan las conclusiones de este estudio al respecto de la percepción
que tiene la comunidad escolar sobre la violencia y la incidencia de
otros temas relacionados con esta: encontrando que dos terceras partes de
los alumnos se consideran protegidos dentro de la escuela, aunque la tercera
parte de los varones y la quinta parte de las mujeres considere que sus
compañeros son peligrosos, menos de la mitad de los adolescentes se siente
tratada con calidez por sus profesores y solo un poco más de la cuarta parte en
el caso de los varones y una quinta parte de las alumnas recurriría a un
maestro para resolver algún problema. El abuso sexual y el maltrato
por parte de algún docente o trabajador de la educación reportó 564 denuncias
de las cuales 17% resultaron falsas.
En el caso de la
adicción a estupefacientes se observa que los factores asociados en
ésta son el género –los hombres consumen más aunque se observa un
incremento en las mujeres y preferencias particulares entre hombres y
mujeres sobre el consumo de alguna sustancia-, los problemas de identidad, la
baja tolerancia a la frustración, la desintegración familiar, el abandono
del hogar, la adicción a las drogas de algún miembro de la casa, el maltrato, y
un ambiente de violencia en el núcleo doméstico. El 15.2% de los
estudiantes de secundaria reportó haber consumido al menos una vez sustancias
adictivas, los estudiantes que habitan con sus dos padres tienen una mayor
protección, frente a aquellos que residen solamente con uno o más progenitores,
la actividad laboral de los estudiantes favorece el consumo de drogas,
aunque los principales factores de riesgo son el ausentismo y deserción
escolar.
En el estudio Disciplina
Violencia y Consumo de Sustancias Nocivas a la Salud en las escuelas Primarias
y Secundarias de México del Instituto Nacional de
Evaluación Educativa, publicado en 2007, la violencia escolar se concibe
como un conjunto de comportamientos o conductas antisociales
(como las disrupciones en el aula, problemas entre profesores y alumnos,
vandalismo, violencia física y extorsiones, robos, bullying, acoso sexual) y
aparece el bullying como un proceso de intimidación y
victimización entre iguales y aunque no incluye violencia física el
maltrato intimidatorio puede tener lugar a lo largo de meses e incluso años
siendo las consecuencias devastadoras tanto para la víctima como para la
convivencia grupal[5]. En el capítulo
tres La participación de los alumnos en actos de violencia se
pude observar que la conducta violenta más practicada corresponde a peleas con
golpes (19.9%), donde aproximadamente uno de cada diez estudiantes señala
haberlo hecho durante el ciclo escolar; le siguen el daño a instalaciones o
equipo de la escuela (9.0) , el bullying y el robo al interior de la
escuela (10.0).
En la mañana del 22
de Abril de 2009, Axel Didriksson Secretario de Educación del Distrito
Federal, anunció los resultados del Estudio exploratorio sobre maltrato
entre compañeros y compañeras en escuelas primarias y secundarias del
Distrito Federal, que dicha dependencia realizó en colaboración con la
Universidad Intercontinental en 29 escuelas de educación básica, así como
un plan de acción que según sus palabras se englobaría en el
Programa Un, dos, tres por mí y por mi escuela, y
se llamaría Escuelas sin violencia, las cifras y el
nombre del estudio se repetirían muchísimo en los periódicos por la situación
tan alarmante que describía para empezar, retomaban una palabra,
que habría sido mencionada de manera marginal en el estudio Disciplina
Violencia y Consumo de Sustancias Nocivas a la Salud en las escuelas Primarias
y Secundarias de México del INEE, y sonaba entonces muy
poco y aseguraban que 9 de cada 10 alumnos de primaria y
secundaria en el Distrito Federal lo padecían[6]. El que
la SE, hiciera esta declaración marca un nuevo rumbo en el combate a la
violencia escolar pues sería la primera vez que la dependencia local se
manifestará sobre el tema para referirse al bullying como una especie pandemia
que debía ser combatida, priorizándola en lugar de temas como la
drogadicción y el abuso que habían venido dominando la discusión sobre el
tema y que mediáticamente al menos, serían sacadas del debate aunque en la realidad
siguieran presentes.
Como demuestran los
estudios de la década de los noventa anteriores la violencia escolar se
asociaba de manera restringida a fenómenos como la drogadicción y las
conductas antisociales, sin embargo la aparición del Estudio
exploratorio sobre maltrato entre compañeros y compañeras en escuelas
primarias y secundarias del Distrito Federal, marcaría un nuevo
enfoque gubernamental pues se centraba exclusivamente en el Bullying pero
definiéndolo de manera amplia como todo tipo de maltrato intimidación,
amedrentamiento que ejerce un alumno (a) (o un grupo) contra otro alumno
(a). Este tipo de maltrato incluye acciones variadas, que generalmente
son consideradas como “naturales o “normales”[7], (los
robos, las peleas, y otras formas de agresión), pero sobre
todo concentrando la reflexión en el interior de la escuela y las
relaciones que los sujetos entablan entre sí, sacando del debate temas
que dentro de la investigación educativa en el Distrito Federal
tenían un papel preponderante como las drogas o el abuso
sexual. El bullying pasó a convertirse
en el tema prioritario de la educación básica en la política educativa
del Distrito Federal, y con el paso del tiempo lo sería en otros
espacios como los medios de comunicación, el Congreso de la Unión o
los congresos estatales, después de este estudio quedó claro que el bullying
era un mal a vencer, ya que era alarmante su proporción, aunque en muchos
casos el término no se comprendiera del todo.
[1] Sylvia Beatriz Ortega Salazar, Marco A.
Martínez Macarro y Adrián Castelán Cedillo. “Estrategias para prevenir el
maltrato, la violencia y las adicciones en las escuelas públicas de la ciudad
de México” Revista Iberoamericana de Educación no. 38 (2005) 147-169.
[2] Los lineamientos en su artículo 14 prohibían la suspensión de los
alumnos o su expulsión del plantel
[3] Pertenece a la AFSEDF y cumple entre otras
funciones la de investigar el caso y turnarlo a las autoridades competentes
para su desahogo, igualmente ofrece asesoría a las víctimas, sus padres o
tutores y realizan trabajo de orientación y acompañamiento a las escuelas
directivos y maestros. Sobresale también que si se percibe a un alumno
con señales de maltrato externo a la escuela, también deberá atenderse.
[4] Ortega, “Estrategias para prevenir el maltrato, la violencia y las
adicciones”, 150.
[5] INEE, Disciplina Violencia y Consumo de Sustancias Nocivas
a la Salud en las escuelas Primarias y Secundarias de México,
(México:2007) 205 p.
[6] Comunicación Social del GDF, Axel
Didriksson: Las escuelas del DF deben ser centros con convivencia,
interculturalidad y no discriminación, Transcripción del Miércoles, 22
de abril de 2009. Consultado el 6 de abril de 2012 desde 187.141.18.200:9003/libphp/makepdf.html?id=1033214
[7] SE-UIC. Estudio exploratorio sobre maltrato entre
compañeros y compañeras en escuelas primarias y secundarias del Distrito
Federal (Mëxico: SE/UIC, 2009) 1
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