sábado, 21 de febrero de 2015

El discurso para tu boda



¿Qué sería del amor sin los testigos que dan cuenta de su existencia?







Buenos noches a todos espero que se la estén pasando muy bien, yo en lo personal estoy muy contento, porque mis amigos me han escogido para dedicarles unas palabras, en este día tan importante  y quisiera pedirles que levantarán su copa, con la bebida que más les guste, para que al  final de estas breves palabras podamos acompañar a los novios en algo que son dos  rituales de bodas, el brindis y romper las copas.


Quisiera empezar esta noche contándoles una historia que a mí en lo personal me gusta mucho, es un cuento muy antiguo, que contaban los sabios del desierto a todos los viajeros en sus caravanas que se preparaban para iniciar un largo viaje.


Había una vez, un hombre que estaba paseando en un bosque muy tranquilo, hasta que observo a un hermoso ciervo que se abalanzaba sobre los restos de un animal muerto, que había sido devorado por otros depredadores y que muy probablemente volverían a encontrarse con lo que habían dejado, intrigado el hombre siguió al pobre ciervo el cuál corría desesperado llevando un gran trozo de carne, cuando el ciervo al fin se detuvo imaginen la cara sorprendida del hombre, que lo contemplo dejando el trozo de carne a los pies de un león que estaba muy mal herido, y es que al verlo el hombre entendió que el ciervo lo estaba alimentando, lo cual era sorprendente pues los leones se alimentan de siervos para comer, y este le estaba salvando la vida, aún con el peligro de que el león despertará y lo pudiera matar.    El hombre regreso a ese lugar varios días y siempre vio la misma escena, el ciervo acercándole comida, agua… hasta que un día el hombre regreso a ese lugar y no los vio nunca más.  Este hombre se sentía muy solo, así que decidió salir al mundo a encontrar a su siervo, se sentó en medio de la calle, fingiendo que estaba muy mal herido, espero muchas horas hasta cansarse, y nadie llego a ayudarlo.  Lo mismo paso varias veces, hasta que el hombre se cansó y decidió levantarse, porque para colmo de males había empezado a llover, y entonces vio a un anciano que se caía en medio de un gran charco porque ni siquiera tenía zapatos  para sostenerse, en ese momento el hombre corrió a levantar al anciano y se dio cuenta de que había cometido un error, y había escogido ser el protagonista equivocado, para realmente acabar con su soledad y recibir amor, no necesitaba ser un león, sino  ser un siervo.


El amor es un descubrimiento, un milagro que no se la da a todo el mundo. En el que el dar y recibir son una misma cosa, personalmente me resulta difícil entender una vida juntos sin una historia como la que les acabo de contar y es que, cuando uno se detiene a mirar a las personas que como nuestros queridos novios unen sus vidas, es irresistible reconocer el milagro de las casualidades.  Encontrar una sonrisa que nos llena el alma, un abrazo del que no deseamos escapar y que nos transporta a una alegría que deseamos prolongar por siempre,  no son cosas fáciles de hallar  y menos si consideramos que somos miles y miles que a veces nos miramos sin siquiera notarnos. Levantemos nuestras copas queridos amigos,  por los novios.   Deseándoles una dicha que se prolongue por siempre.   Y qué cuando se rompan estas copas nos alcance a nosotros también. ¡Vivan por siempre los novios!

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