Texto para un fundador, así lo recuerdo...

Cuando vi por primera la Unidad
Pedagógica de Ecatepec (UPE) he de confesar que me
sentí impresionado, no porque ese lugar tuviera una grandeza arquitectónica o
fuera monumental, en su construcción había algo que te hacía sentir
cómodo, protegido...desde entonces me preguntó qué fue y sólo he podido encontrar situaciones contradictorias. ¿Eran sus arboles? ¿Tal vez el que no existían bardas? ¿El que las puertas nunca se cerraban en ese lugar al que asistían niños y hombres recibir formación? ¿El que al parecer no existía uniforme? Todos parecían sonreír.


Cuando llegué por primera vez a cursar
la preparatoria en ese lugar, otra vez me sorprendieron los arboles, pero es
que ahora me di cuenta de que no eran tan grandes ni imponentes como yo
pensaba. Más bien parecían guerreros, luchando contra un suelo desértico, solo en la Preparatoria y la Normal no se usaba uniforme mientras que en el Preescolar, la Primaria y la Secundaria Anexa este permanecía, aunque con algunas variantes de azul. Si bien no existían muros, una malla metálica recorría ya muchas áreas, la sonrisa permanecía y yo la hice propia, pues al igual que muchas personas sentía un genuino placer al volver cada día a un lugar donde el mejor de los aprendizajes que recibí, fue aprender a ser feliz.

Había oido hablar de Roberto Ruiz Llanos
de muchas maneras pues como todos los hombres
está lleno de clarooscuros muchas veces el recuerdo mas nitido que tengo
es el siguiente. Era una mañana de otoño, nos habían reunido a todos los
consejeros para tratar un tema impotante. Pero esta vez la cosa era muy
diferente a aquella ocasión en que los vidrios de nuestro edificio, y los
salones apareciefon grafiteados y destruidos.
Y la respuesta del maestro Roberto fue pedir perdón. No, aquella mañana había gente extraña en la
escuela (o al menos eso me parecía a mi) que nunca los había visto. Había un
ambiente de extraña solemnidad que eran algunas cosas que el maestro Roberto no
soportaba, y cuando menos lo esperaba
ocurrió, el maestro Roberto anunció su retiro de la docencia al mismo tiempo
que presentaba a su sucesor. Los ahí presentes reaccionaron de una manera
indigna, muchos corrieron a felicitar a su sucesor incluso alguna persona
deseosa de quedar bien con el que creía sería su nuevo jefe. Empujo al maestro
Roberto para abrirse paso hacìa su nuevo jefe.
Yo me sentí contrariado, desde algunos días atrás, se había rumorado el
retiro del maestro Roberto y muchos alumnos le habían expresado su respeto y admiración.
Por paradojica que sea la vida aquel gesto de mezquindad colectiva, me
permitió acercarme a él, y decirle lo mucho que lo admiraba, y que si alguna
vez existió en mi vida alguna duda sobre la profesión a la que me dedicaría
haberlo conocido me habría convencido de que ser maestro era a lo que quería
dedicar mis esfuerzos. El solo me volteo a ver y dijo, gracias eso es lo que
necesitaba, y salió del salón. Dos semanas después el maestro Roberto seguía en
su oficina, pantalón de mezclilla, camisa a cuadros, la puerta abierta...El
sucesor había desaparecido.

Inspiración pedagógica de muchos, el profesor Roberto Ruiz Llanos nos abandonó el 5 de septiembre de 2014. Aunque su sueño de que el autoritarismo se terminé en la educación mexicana siempre fue su principal obsesión, aún se encuentre lejos, es en ese anhelo en el que los ya no tan jóvenes maestros que pudimos conocerle, encontramos una meta, pues nos enseño que en cualquier lugar desértico, puede florecer la más bella de las flores y hacerse un jardín en el que jueguen los niños, descanse en paz...


Inspiración pedagógica de muchos, el profesor Roberto Ruiz Llanos nos abandonó el 5 de septiembre de 2014. Aunque su sueño de que el autoritarismo se terminé en la educación mexicana siempre fue su principal obsesión, aún se encuentre lejos, es en ese anhelo en el que los ya no tan jóvenes maestros que pudimos conocerle, encontramos una meta, pues nos enseño que en cualquier lugar desértico, puede florecer la más bella de las flores y hacerse un jardín en el que jueguen los niños, descanse en paz...

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