lunes, 9 de marzo de 2020

¿El feminismo ha llegado a la escuela?


En el sistema educativo mexicano  la lucha de las mujeres esta ausente,  no se le discute, salvo acciones aisladas. Tampoco hay una pedagogía que de respuesta al reto que el machismo representa y piense en acompañar a las alumnas o maestras que han sido víctimas del acoso o la violencia doméstica.  Y es que hoy más que nunca hace falta reconocer que debemos prevenir esos horrores enfrentándolos al mismo tiempo en nosotros mismos. 

La mayoría de las escuelas en la Ciudad de México hoy cerraron sus puertas a los alumnos, el personal administrativo y operativo en un hecho sin precedente, pero temo que al volver a abrir las puertas la cosa siga igual, o peor debido sobre todo a la brecha generacional. 

Por ejemplo en días pasados al intentar seguir un debate en Twitter sobre temas de género,  me di cuenta de que varias cuentas me habían bloqueado, eran mujeres activistas del feminismo radical,  que me habían silenciado,  sin que yo pudiera conocer su existencia o aparentemente,  sin que hubiera una confrontación previa o  un diálogo que justificará esa acción.  

A pesar de las dudas que esto me ha generado hay una certeza  también,  Mi pensamiento actual debe evolucionar, o llegará un momento en que se cierre el canal de comunicación con los jóvenes y las jóvenes que demandan de la gente de mi edad una relación distinta que los que integramos las instituciones que hoy por hoy sirven a la gente no estamos ni siquiera cerca de proponer. 

Las maestras,  a pesar de ser la fuerza laboral que le da vida a la escuela, son minoría  en el  cuerpo directivo o los liderazgos sindicales ocupados  casi siempre por hombres.  Solo una  mujer ha ocupado  la titularidad de la  Secretaría de Educación Pública en toda su existencia, no era profesora ni tenía una formación pedagógica, su nombre Josefina Vazquez Mota. Mientras que la única mujer que ha ocupado la dirigencia sindical de los trabajadores de la educación: Elba Esther Gordillo ha sido caricaturizada de tal forma, que toda asociación con ella será un estigma para cualquier otra que busqué sucederla.   

¿Podrá esto cambiar a la luz de lo que han llamado la cuarta ola feminista? 





En varías partes del mundo los  feminismos han tomado un nuevo impulso, en México el avance de las agendas feministas se han expresado como una respuesta a la violencia que en las últimas décadas parece haberse apoderado del país y que en la nueva categoría de los feminicidios muestra su parte más brutal.

Algunos quieren ver en este movimiento una especie de reflejo ante la violencia, empezando por el presidente, tienen una lectura que le caricaturiza como si se tratará de un eco cuya resonancia se debe no a una alarma real, sino a una ampliación artificial, cuyos artífices son los medios de comunicación y sus intereses, que sintetizan quienes tienen este enfoque en solo  perjudicar al  gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

La violencia hacia las mujeres no se ha incrementado, argumentan;  los feminicidios son responsabilidad de los gobiernos anteriores, justifican; pueden marchar libremente, otorgan.



No es sorprendente que está respuesta del titular del ejecutivo y los distintos apéndices de la administración gubernamental, hoy en manos de su partidarios,  solo exacerbe más los ánimos, mientras que la polarización de nuestra sociedad encuentra un nuevo frente, sin que sus críticos y muchos  adeptos artificiales se detengan a reflexionar sobre el bagaje conceptual que los feminismos han creado y del cual se nutren para explicar las razones profundas de la violencia hacia ellas:  el patriarcado y  la masculinidad tóxica. 





Puedo entender el miedo, la irá en la que surgen las reacciones con las que han  acompañado su movimiento en estos días, mientras que algunos prefieren esconder la cabeza y negar la realidad, ellas han escogido -muchas veces sobreponiéndose a eventos personales- levantarse y luchar.

El movimiento feminista no nació ayer, y difícilmente, ante la emergencia que valientemente le sirve de alimento, podrá ser coptada por otros intereses, aunque ello no evitará que se intenté.

La mezquindad y el individualismo surgen en cualquier movimiento, este no será la excepción, pero los sectores organizados de mujeres feministas,  que no debe confundirse con un todas las mujeres, hoy en día son en su mayoría universitarias de clase media, o universitarias de otras clases sociales, que no dudo que seguirán impulsando reformas y atacando al patriarcado, pero -desde mi humilde y por tanto falible  parecer- ello no ayudará a resolver ni las muertes, ni la violencia doméstica, pues las activistas concentran sus acciones en las ciudades más pobladas, mientras que la mayoría de los eventos que podrían calificarse de feminicidios se dan fuera de ellas, por más violenta que pueda parecer la Ciudad de México, no se le puede comparar con lo que ocurre en el municipio de  Ecatepec  o Valle de Chalco, donde privan condiciones estructurales adversas y el nivel educativo es mucho menor, y es justo ahí donde la lucha debería descentralizarse con acciones organizadas, tal como pudimos ver en esta emisión de la marcha del 8M, donde mujeres del municipio de Ecatepec y Nezahualcoyotl se manifestaron en calles, avenidas y juzgados.

No todas las que se unieron a la marcha el 8 de marzo, o al paro del día nueve "un día sin mujeres", comparten formación ideológica ni clase social, es más muchas de ellas ni siquiera son feministas.  Lo que las hizo salir de su casa a protestar y quedarse en ella al día siguiente, es algo muy distinto, y que ya no podrá detenerse, la conciencia de que esta sociedad las está matando, de que se necesita un cambio.

No  planteo tampoco que el realizar marchas en el Estado de México o Guerrero, sea la solución, entiendo el riesgo, y he contemplado acciones muy significativas, como el apoyo de colectivos violetas a los albergues de mujeres maltratadas, pero estás acciones que carecen de teatralidad, y son fundamentales, viven ignoradas por el gran público, la visión del mundo debe ser trastocada y ahí es donde el feminismo  irrumpe de manera organizada. 


El feminismo llegará a la escuela, eso es un hecho, quisiera verlo alegre y triunfante, pero debo acostumbrarme a sus colores y su estridencia no menos feliz y plena. 






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