Mientras nuestras leyes buscan prohibir de todo y nuestro sistema penal al mismo tiempo no impide prácticamente ningún delito, la búsqueda de derechos para las minorías se ve enrarecida por un momento extraño.
Las heridas cada vez son más grandes y a la lista de agravios que incluyen a los desaparecidos, los asesinados, el narcotráfico y la extorción, existen grupos empeñados en posicionarse a través de importar problemas y soluciones que nada tienen que ver ni con la historia ni con las necesidades de nuestra sociedad.
Cómo seguramente se enteró estimado lector, la semana pasada el Congreso de la Unión de los Estados Unidos Mexicanos protagonizo una vez más un lamentable espectáculo, al prohibir los ECOSIGS (ESFUERZOS PARA CORREGIR LA ORIENTACIÓN SEXUAL E IDENTIDAD DE GÉNERO) grupos de una autonombrada ultraderecha, no desperdiciaron la oportunidad para manifestar su odio por la diversidad sexual y llamar a sus adversarios con todos los insultos posibles.
Más allá del debate sobre la derecha en México, que desde el punto de vista histórico se ha desdibujado en un sistema como el que se instauro en tiempos del PRI, donde las oligarquías si bien pudieron expresar su inconformidad en múltiples ocasiones, y tener ciertas victorias, también debieron aguantar que no podrían ocupar puestos de poder como la titularidad del ejecutivo, y que la verdadera reacción mexicana esa que se formaba en colegios privados, conventos y parroquias del interior del país y que fue contenida luego de la Guerra Cristera, sería neutralizada en el universos político. Hoy en día los que se pretenden sus herederos -aunque los verdaderos cristeros fueron en su mayoría campesinos pobres a los que los representantes de su credo dieron armas para violar todas las reglas y juramentos celestiales- nos importan luchas y campañas de derechas internacional con otra historia, aparentemente más digna que la mexicana, aunque no por ello menos compleja.
Las expresiones penosas de aquellos que
buscaban impedir la votación contra los ECOSIGS el 22 de marzo y polarizar a las familias mexicanas haciendo un
llamado a movilizar a los padres de familia “de todo México” con la advertencia
de que lo aprobado en el congreso les quitarían la libertad de decidir sobre la
educación que daban a sus hijos, también incluyó un alarmismo
inexplicable en el que clamaban que los psicólogos se verían impedidos de
brindar terapia a los niños y adolescentes que tuvieran alguna dificultad para
identificar su orientación sexual.
En medio de insultos los opositores a la
prohibición de los ECOSIGS se valieron
de la OMS para invocar la disforia como un problema real, ignorando por
supuesto que dicho organismo ha definido a la homosexualidad desde 1990 y a la
transexualidad desde 2018 "como una variación natural de la
sexualidad humana, por lo que no pueden considerarse como
enfermedades" (ENTS/UNAM/COPRED, 2018).
Al ver su fracaso, los autonombrados defensores de la familia denunciaron que se trataba de una reforma pedófila, aunque en ninguna parte de esta ley se insinué siquiera la legalización de ninguna actividad sexual de esa índole y a pesar de que las leyes mexicanas prohíben realizar cualquier tipo de mutilación que atente contra la integridad física de los menores de edad, o incluso realizar cualquier tipo de procedimiento quirúrgico, hormonal o médico sin el consentimiento de sus padres o tutores legales, la oposición mostrada por partidarios del PAN y algunas activistas fue virulenta y no dudo en ningún momento en escatimar adjetivos humillantes y denigrantes para la comunidad LGBTTTIQ+, la respuesta de esta no se hizo esperar. Y es que debería existir un límite ético y metodológico que nos impidiera equiparar un mal programa, actividad, o plan de estudio con un genuino intento de pervertir o manipular infantes para transformarlos en algo que no son, ya que como comprueba la fallida estrategia de las terapias de conversión, a pesar de la tortura, la manipulación o la medicación forzada, no logran transformar la conciencia como muchas personas equivocadamente siguen pensando que ocurre, pero si transforman la conducta de maneras completamente dañinas.
Hoy existe una campaña abierta para que los miembros de la comunidad LGBTTTIQ+ asuman el compromiso de no votar por el Partido Acción Nacional en las elecciones generales del 2 de junio, y arrebatarles todavía más poder en el congreso, porque por ahora es obvio que no ganará las elecciones presidenciales. Para tratar de contrarrestar este llamado se ha denunciado a advenedizas como Martha Márquez u otros diputados del Partido Verde, quienes nunca han disimulado su homo(trans)fobia y hoy engrosan las filas de MORENA.
Todo este esfuerzo por definir el voto gay, también intenta orientar su verdadera fuerza, la de sus redes de apoyo: padres, maestros, amigos, vecinos, etc., que no podrán evitar mirar como una ley que no perjudicaba en nada a sus hijos, y si beneficiaba al colectivo al que pertenece un ser querido fue usada para exhibir una vez más el odio. El PAN y sus aliados piensan que la comunidad LGBTTTIQ+ está sola o que sus corifeos podrán manipular su voto, si una cosa debería aprender en estos años esa comunidad es que dejarse pisotear es un error, y que se podrán tardar pero finalmente van a vencer, al tiempo.
Adendum: La transfobia es cruel, el odio que
se tolera todos los días en contra de las mujeres trans resulta doloroso, especialmente
por los serios intentos por institucionalizarle. En nombre de acabar con un lobby que no tiene
nombre ni apellido, personas reales sufren abusos de todo tipo, aunque no deja
de ser una enseñanza contemplar personas a las que eso no les genera ninguna
compasión.
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