Nos encontramos con tiempos difíciles en el sistema educativo, la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia nos da certeza en ciertos temas; como el laboral, pero en otros nos llena de dudas.
¿Cómo enfrentará el nuevo gobierno a la autonombrada derecha nacional, que se opone a si misma, negando su ideología? ¿Qué lugar tendrán estos grupos en la Secretaria de Educación Pública?
Necesitamos textos que nos ayuden a recordar lo que ha costado construir el sistema laico que tenemos y el que es la base de la educación democrática que queremos construir, donde la diferencia sobreviva.
Un hecho lamentable pero del que podemos obtener múltiples enseñanzas es la Guerra Cristera.
No olvidemos que ya una vez el fanatismo se armo utilizando a los campesinos como carne de cañón, y los abandonó a su suerte una vez que su irracionalidad quedo clara; no olvidemos que la Guerra Cristera fue una batalla por la educación y fue violenta, las nuevas quizás sean menos hace falta una acción igualmente valiente y comprometida que la de los maestros rurales que nos antecedieron.
Aquí les dejo este que me encanta de Edgar González Ruiz: Un hecho lamentable pero del que podemos obtener múltiples enseñanzas es la Guerra Cristera.

No olvidemos que ya una vez el fanatismo se armo utilizando a los campesinos como carne de cañón, y los abandonó a su suerte una vez que su irracionalidad quedo clara; no olvidemos que la Guerra Cristera fue una batalla por la educación y fue violenta, las nuevas quizás sean menos hace falta una acción igualmente valiente y comprometida que la de los maestros rurales que nos antecedieron.
Los mártires de la educación
Edgar González Ruiz
El
Día del Maestro se instituyó oficialmente en 1918, bajo la premisa de que el
maestro había sido factor decisivo del progreso de la nación y dado que los
maestros fueron de los primeros en unirse al movimiento de 1910.
Durante
la Guerra Cristera, de 1926 a 1929, en la que el clero se opuso a la educación
laica y en general al laicismo, muchos maestros fueron perseguidos por los
cristeros, que en la década siguiente renovaron sus ataques. El 15 de mayo de
1935, el presidente Lázaro Cárdenas presidió una ceremonia en honor de los
educadores asesinados o desorejados por los cristeros, y dispuso que cada año,
en esa fiesta cívica, se leyeran los nombres de 10 de esos mártires de la
educación. En esa época, los intentos de implantar la enseñanza socialista y
los rudimentos de la educación sexual en las escuelas primarias motivaron
reacciones
violentas de grupos de fanáticos que destruían escuelas y libros de texto,
asesinaban, mutilaban y ultrajaban a maestras y maestros rurales.
Con
el tiempo, se ha ido perdiendo la memoria de los maestros sacrificados,
mientras que los herederos ideológicos de los cristeros han llegado al poder y
con los recursos del erario promueven el culto a los fanáticos de hace varias
décadas. El odio que profesa el gobierno derechista hacia la educación pública
propicia también que se relegue la labor magisterial. Por ello, vale la pena recordar
los nombres de algunos de esos maestros sacrificados por el fanatismo.
María
Rodríguez Murillo
La
madrugada del 26 de octubre de 1935, los cristeros le advirtieron a la maestra
que se fuera del pueblo; como no lo hizo, la violaron, la golpearon, la
amarraron con una soga de los pies y la arrastraron a galope de caballo por el
camino terregoso que lleva a la salida de Huiscolco. Le cortaron los senos y
los colgaron en arbustos localizados en la orilla del camino. Uno a la derecha,
otro a la izquierda, como ejemplo, para que los demás maestros rurales
desistieran de impartir educación socialista (véase David L Raby, Educación
y revolución social en México, 1921 a 1940, SEP, México, 1974, p. 137;
Salvador Frausto Crotte, “Maestra María R. Murillo. Víctima de fanatismo y
rencor religioso”, El Universal, 17 de junio de 2001).
Así
asesinaron a la maestra María Rodríguez Murillo, una profesora muy dedicada,
que trabajaba en Huiscolco, municipio de Tabasco, Zacatecas. A la mañana
siguiente del sangriento asesinato, el cura del lugar dijo misa y absolvió a
los asesinos.
La
señorita Murillo fue acusada de ser comunista y de apoyar el reparto de
tierras, mientras que la gran mayoría del clero condenaba el agrarismo y amenazaba
a los campesinos que recibieran tierras con los castigos eternos del infierno.
Murillo
se había enfrentado con el cacique del lugar porque él no quería que sus
trabajadores aprendieran a leer y escribir, mientras que el cura la tachaba de
hereje.

Carlos
Toledano
En
la misma época, en la región de Tlapacoyan, cerca de Altotonga, Veracruz, los
cristeros cometían en esa época desmanes similares. De acuerdo con Indalecio
Sáyago, político mexicano que en esa época era maestro rural: “…Los
terratenientes, los ‘guardias blancas’, los acaparadores de los productos del
campo, los curas, organizaron la más feroz campaña en contra de los
trabajadores de la educación: maestras violadas y mutiladas de los senos,
profesores desorejados y asesinados. En esos días, un grupo de ‘guardias
blancas’, en pleno día, rodeó la escuela donde estaba laborando el maestro
Carlos Toledano. Lo ataron con alambre de púas de pies y manos. Con los muebles
de la escuela, cuadernos y libros hicieron una hoguera y lo quemaron vivo
frente a sus alumnos” (Miguel Baltazar Vázquez Altotonga, Un pueblo con
historia, Altotonga, Veracruz, 2005, pp. 231-32).

Los
mártires de Teziutlán
El
15 de noviembre de 1935, en Teziutlán, Puebla, fueron asesinados, en sus
escuelas, en presencia de sus alumnos, tres maestros rurales: Carlos Sayago
Hernández, en La Legua; Carlos Pastrana Jiménez, en Ixtipan, y Librado
Labastida Navarrete, en San Juan Xiutetelco; a quienes apuñalaron al grito de
¡Viva cristo rey! Todo indica que los cristeros se pusieron de acuerdo para
matarlos al mismo tiempo y secuestrar a la profesora Nieves González, de 20
años, a quien se llevaron para ultrajarla. En uno de sus partes de guerra, los
cristeros se jactaron de haber asesinado a esos profesores: “(…) Debemos hacer
resaltar el hecho de que (los cristeros de la zona) han castigado severa y
definitivamente a varios pervertidores de la niñez, que al amparo de la tiranía
venían desarrollando una labor incalificable. Los nombres de esos llamados
‘profesores’ son los siguientes: Librado Labastida, de la escuela de Santiago,
municipio de Xiutetelco; Carlos Sayago, de la escuela La Legua, y Carlos
Pastrana, que prestaba sus servicios en la escuela rural de Ixtipan. Todos han
sido muertos y estampados aquí sus nombres, para ignominia de los mismos…”
(Consuelo Reguer, Dios y mi derecho, Tomo 4, Jus, México, 1997, p. 532).
En Teziutlán, año con año, se lleva a cabo una ceremonia en honor de los
maestros mártires, y en el centro del poblado, hay tres placas conmemorativas.

Micaela
y Enriqueta Palacios
En
el local de la Sección 47 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la
Educación, en Guadalajara, se exhibe el mural “En honor a los mártires de la
educación”, del profesor David Carmona, colocado el 7 de diciembre de 2007,
junto con una placa conmemorativa con los nombres de maestros y maestras
asesinados o mutilados por los cristeros. Desde hace décadas, el sector
magisterial ha procurado rendir homenaje a los maestros mártires, y se tenía el
proyecto de construir un monumento en
Guadalajara en honor a ellos, mismo que fue abandonado en 1995 con la llegada
del Partido Acción Nacional al poder.
En
la placa conmemorativa se mencionan a las maestras Micaela y Enriqueta
Palacios, agredidas el 19 de noviembre de 1935. La prensa de la época reportó
los graves atropellos que las profesoras sufrieron de un grupo de sublevados
que asaltó la escuela oficial de la ranchería de Camajapita (en los Altos de
Jalisco). “Relataron las víctimas que cerca de las 23 horas se presentó un
grupo de alzados (…) Violentamente sujetaron al padre de las muchachas, atándolo
con una soga al cuello, en tanto que las profesoras sufrían toda suerte de
atropellos y vejaciones. Seguidamente los hombres de la partida les dijeron que
iban a proceder a un gran escarmiento por impartir educación socialista, y sin
escuchar los gritos y lamentos de las infelices mujeres ni las imprecaciones
del padre, procedieron a cortar con un enorme cuchillo una oreja a cada una de
las profesoras y al padre originándoles una fuerte hemorragia. Los asaltantes
agregaron que si permanecían en la ranchería ellas, estaban dispuestos a
regresar para matarlas. Antes de partir, quemaron gran cantidad de libros de
texto y los títulos oficiales de las profesoras y destrozaron los muebles y las
puertas.”

Vicente
Escudero: héroe de la Prevocacional
El
profesor Vicente Escudero, de apenas 16 años, fue uno de los alumnos de la Prevocacional
número 7, Rafael Dondé, que por su alto desempeño escolar fue propuesto para
ocupar las plazas de maestro rural en 1934. Ese mismo año se trasladó al
poblado de Santa Mónica de viudas, en Valparaíso, Zacatecas, para desarrollar
su labor, pero pronto fue víctima del odio
de los cristeros, que lo acusaban de ser comunista y ateo. El 5 de abril
llegaron hasta su casa unos 70 de ellos, cuando el joven profesor se estaba
vistiendo para ir a dar sus clases. Lo apresaron, lo arrastraron, le desollaron
las plantas de los pies, le cortaron las rodillas con un cuchillo, y así,
ensangrentado y con lágrimas en los ojos, lo apedrearon y luego lo colgaron de
un árbol, pues los fanáticos lo consideraban un “anticristo” que ofendía a la
Iglesia. *Maestro en filosofía; especialista en estudios acerca de la derecha
política en México.

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