El Vigilante, está aquí para recordarles quienes son ustedes: los vecinos de Ecatepec, señalados con el soplo de Ehécatl que tiene el don del amor y la palabra. Su aliento inicia el movimiento del Sol, anuncia y hace a un lado a la lluvia. Trae vida a lo que está inerte.
En la cosmovisión de los antigüos mexicanos, el viento divino de Ehécatl sopla sobre el caos, organiza el universo y crea la vida y el movimiento…Por ello en Ecatepec siempre se impone la vida.
Jorge Marín.
"Con el demonio no se negocia porque nos va a ganar siempre"
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Papa Francisco en Ecatepec de Morelos al fondo el cerro de Chiconautla. |
Los habitantes de Ecatepec de Morelos -llamado así porque el 22 de diciembre de 1815, fue fusilado allí José María Morelos y Pavón, primer insurgente que enarbolo la independencia de México, e instauro su primer documento constitucional en Apatzingán- empezamos a notar el alza de la violencia, justo cuando Eruviel Ávila asumía por segunda vez la presidencia del Ayuntamiento, y Enrique Peña Nieto ostentaba la gubernatura del Estado de México.
En aquellos días visitar la casa paterna para los festejos, significaba empezar a recibir recomendaciones, sobre horarios y lugares a evitar, pues como una rutina de perversa conformidad se veían robos y asaltos a plena luz del día y sin que ninguna autoridad hiciera nada, los ciudadanos empezaron a discutir los modus operandi, las regularidades, las zonas rojas... ya que cuando finalmente tocaba a uno enfrentar a los delincuentes en el trasporte público, se podía observar un patrón común en los asaltos, que propició que varias personas desarrollaran una serie de conductas adaptativas, que poco tenían que ver con la promoción de la seguridad y la cultura de la denuncia.
Por ejemplo algunas personas recomendaban llevar dos celulares, uno barato para entregarlo a los asaltantes, y otro -el de uso personal y obviamente más caro- oculto en lo más recondito de las bolsas o mochilas. También se difundió la estrategia de tirar el dinero al piso cuando los asaltantes dieran el primer disparo. Incluso algunas personas recomendaban llevar al menos trecientos pesos, porque algunos asaltantes golpeaban a las personas que no les daban suficiente dinero.
La prostitución, presente en algunas partes de la Vía Morelos (la que cruza casi todo el municipio) comenzó a expandirse a otras zonas, primero cerca de hoteles, también en lotes baldíos y antros clandestinos. Junto a madrotas y lenones que miraban desde lejos, cuerpos semidesnudos de transexuales, quemando llantas en la calle para calententarse mientras esperaban que se requirieran sus servicios, fueron otro paisaje al que nuestros ojos tuvieron que habituarse.
El dolor de ese mundo, donde el cuerpo de una persona se esclaviza, se convierte en mercancía y que muchos solo mirábamos de lejos se empezó a desnudar junto a otro dramático escenario, el de las desapariciones. Niñas, ancianos, y personas con retraso mental, eran declaradas perdidas muchas veces sin que ninguna denuncia se hiciera oficial. La migración interna empezó a combinarse con todo ese cóctel, pues otra de las características de este, el municipio más poblado de América Latina, es la gran desigualdad social, que va desde la escolaridad hasta el poder adquisitivo y la pobreza alimentaria, y es que una de las estrategias de los traficantes de personas es la seducción de menores de edad para luego convertirlas en esclavas sexuales, con promesas falsas, las alejan de sus hogares, y sus familias nunca las vuelven a ver, y cuando acuden a denunciar las autoridades les dicen que seguramente se fugaron con el novio... Este desprecio hacia la mujer presente en muchas de las instituciones del Estado de México, arrastra no solo cadáveres anónimos y desfigurados por el canal de aguas negras, también se lleva la salud emocional de cientos de niños que aprenden que la mujer no vale nada y que se le puede tratar como sea.
En todas estas circunstancias la mano del narcotráfico, se asoma, huele mal y probablemente ha podrido todo, rumores de individuos cobrando derecho de piso aquí y allí, llamadas anónimas exigiendo rescates, amenazas de muerte, secuestros, todo se combina con pandillas que surgen y desaparecen.
Adolescentes y adultos subiendo a los camiones y arrojar un dulce a los que ahí viajan, dando testimonios amenazadores, han sustituido a los cantantes y vendedores de cacahuates. Manos que aparecen de pronto para pedir dinero a los conductores, forman un paisaje en el que el descaro secuestra toda forma decente de vivir.
Y por si tanto cinismo no fuera suficiente el gobierno de Eruviel Ávila ha colocado una estatua (bella sin duda) de Jorge Marín "El vigilante", que fue inaugurada por su autor y el Presidente Peña Nieto, justo en uno de los puntos de mayor índice delictivo.
Durante los primeros días de su construcción, el pueblo llamaba a la estatua "El Pinocho", debido a la nariz, que representa el rostro de un ave, símbolo del Dios Ehécatl, y que algunos no lograron reconocer y diferenciar de un personaje de la literatura Italiana, que se hizo famoso porque su nariz crecía cada vez que decía una mentira y que Disney popularizo o en una versión muy distinta de la original. Quizás sea una metáfora no deseada.
Durante los primeros días de su construcción, el pueblo llamaba a la estatua "El Pinocho", debido a la nariz, que representa el rostro de un ave, símbolo del Dios Ehécatl, y que algunos no lograron reconocer y diferenciar de un personaje de la literatura Italiana, que se hizo famoso porque su nariz crecía cada vez que decía una mentira y que Disney popularizo o en una versión muy distinta de la original. Quizás sea una metáfora no deseada.
Ante tanta impunidad en muchos lugares del municipio -como de todo México- han empezado a aparecer grupos de personas dispuestas a defender su patrimonio, y ante toda esta barbarie cada día se acumulan más casos de linchamiento contra delincuentes, nada grave quizás, pero el temor de que surja una organización que canalice toda esa energía individual, está ahí, amenazando el monopolio de la fuerza que debería ser una atribución solo del estado.
El peligro es en suma que el pueblo decida convertirse en su propio vigilante...
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