sábado, 11 de mayo de 2019

Formación de la Conciencia Histórica para la Convivencia





Hablar de conciencia no es una tarea menor, cuando se intenta definirla necesariamente se tiene que recurrir a una explicación fenoménica y anteponerla a su noción contraria;  la de conducta.

     La conciencia fenoménica  es la “propiedad que los estados,  sucesos y procesos mentales poseen cuando,  y sólo cuando,  hay algo que es como algo para el sujeto que los posee; para experimentarlos en tales estados” (Kriegel, 2009:179).  Así para estudiar a la conciencia podemos ubicarnos entre dos posturas: una que pretende explicarla a través de manifestaciones físicas y otra usando manifestaciones cognitivas.  Dentro de estas últimas explicaciones tenemos que la “conciencia humana surge en cierto grado de sacrificar placeres del individuo para dar paso  a la conciencia humana, sobre las condiciones circundantes y el compromiso para transformarlas” (Carrillo y Leyva, 2006:85).

     La negación aparente de este mundo interno lo constituyen   los teóricos del conductismo clásico, Watson y Skinner.   A decir del primero una conducta es “lo que el organismo hace o dice” y donde “el hombre es una maquina orgánica montada y lista para funcionar”, mientras que para Skinner “la conducta se aprende por asociación de estímulos y respuestas, siempre que éstas vayan seguidas de refuerzo”. (García y Vega, 2005:83).
Entre estas dos posturas divergentes se abre paso la teoría de Vygotsky, quién demuestra lo que parecía imposible,  que  la conciencia también se puede observar de manera material, aceptando a  ésta,  no  como una conducta observable, o a considerarla como un fenómeno meramente subjetivo, sino como una combinación de ambas, donde el ambiente y la interacción juegan un papel central.

     En el trabajo de García Vega y Vega Redondo (2005:23) Origen histórico de dos alternativas contrapuestas en los comienzos de la psicología científica podemos encontrar la siguiente explicación que dio Vygotsky sobre este tema retomando a Lenin en un artículo que fundó además la escuela psicológica rusa:

“Lenin, en su escrito más importante, Materialismo y empiriocriticismo publicado en 1914 (Lenin, 1983) diferencia dos clases de materia: la física y la no física. La materia física es aquella cuyas propiedades (impenetrabilidad, inercia, masa, etc.) son observables por los sentidos externos. Tales propiedades son inherentes a cierto estado de desarrollo de la materia, pero no a todos. Hay energías materiales no físicas. Según Lenin: “La única propiedad de la materia con cuya admisión está ligado el materialismo, es la propiedad de ser una realidad objetiva, de existir fuera de nuestra conciencia” (Lenin, 1983, p. 287). La energía psicológica, psique o conciencia, no tiene tales propiedades físicas pero es una realidad existente fuera de la mente, y por tanto sería un “gravísimo error pensar que la materia desaparece en estos casos”. El materialismo dialéctico argumenta así el carácter no físico de la conciencia: Todo lo que existe es materia y toda materia tiene una propiedad, que es el movimiento. 

     Al igual que Lenin,  Vygotsky concluye que todo lo que hay en la mente tuvo su origen en el exterior y plantea  que el desarrollo de la cultura humana transcurre, a través de la actividad, como un proceso que mediante la relación entre el hombre  y su realidad objetiva puede modificar la realidad, que se forma y transforma así misma (Patiño Garzón, 2007).
     La conciencia –aquello que organiza, proyecta, anticipa y regula la conducta humana- es el objeto de estudio de la psicología vygotskiana la cual nos ofrece las siguientes precisiones:

La conciencia, es el conjunto dinámico de procesos psicológicos superiores (memoria, inteligencia y lenguaje), sensaciones, emociones y sentimientos. Incluye contenidos (ser consciente implica ser consciente de algo), motivos (emociones, afectividad) y funciones (procesos mentales), siendo el planificador,  mediador, organizador, regulador de la conducta humana. (…) lejos de ser una realidad privada, absolutamente individual, la conciencia tiene un origen, una función y una naturaleza social. (…) lo que nos distingue de los animales es la capacidad para coordinar la conducta ajena y proyectar, planificar, regular la conducta propia mediante la utilización de signos y símbolos (principio de la significación).  Es decir la conciencia es el resultado de signos y símbolos que permiten operar con la realidad, resolver problemas, mantener interacciones sociales y el signo por excelencia es el lenguaje (Esteban Guitart, 2010).

     El tiempo y su comprensión son dos paradojas que sin duda están relacionadas con la conciencia,  y que han encontrado en la Filosofía, la fuente para su reflexión, en la paradoja de San Agustín  el tiempo nos es  de sobra conocido mientras nadie decide poner a prueba nuestra comprensión de él,  (Husserl, 2002:5), encontramos la génesis de ese universo que para la filosofía alemana, resulta ser la conciencia histórica.   

     Y es que entre el sentido y el  tiempo percibido, se abre un universo del que muchas veces no préstamos atención y que resulta fundamental a la hora de comprender como es que en la mente se abstrae la realidad y se le da un objetivo: Cuando un objeto temporal ha transcurrido, cuando su duración actual ha pasado, en absoluto ha muerto con ella la conciencia del objeto que ahora es pasado aunque la conciencia nunca más volverá a operar respecto de él como conciencia perceptiva (Husserl, 2002:13) y es que una vez que nuestra conciencia abstrae del tiempo un recuerdo este nunca vuelve a ser el mismo, sino que es trastocado por nuestro pensamiento, una y otra vez, de tal forma que cada vez que lo traemos a la conciencia es diferente, aunque la significación sigue siendo la misma, en un objeto temporal distinguimos, pues por una parte, el contenido junto con su duración (Husserl, 2002:74).

     Es en el contenido del tiempo donde  la Historia sitúa el debate de la conciencia histórica; para algunos es una suerte de característica de la realidad científica que caracteriza al debate historiográfico:

“La conciencia histórica que caracteriza al hombre contemporáneo, es un privilegio, quizá incluso una carga, que como tal, no ha sido impuesta a ninguna de las generaciones anteriores. (…)  la conciencia que tenemos actualmente de la Historia es fundamentalmente diferente a la manera en que otras veces el pasado aparecía a un pueblo o una época.  Entendemos por conciencia histórica al privilegio del hombre de tener plena conciencia de la historicidad de todo presente y de la relatividad de todas las opiniones. (…) Sería justo no tomar la conciencia histórica como un fenómeno radicalmente nuevo, caso verdaderamente extremo de la investigación histórica, sino como una transformación relativa, aunque revolucionaria, en el interior e aquello que constituye desde siempre el comportamiento del hombre cara al pasado   (Gadamer, 1993:20 y 48).

     Para  Filósofos como Gadamer (1993:14) y lo confirma Rymond Aron el tiempo no es solo un precipicio que se debería franquear para retornar al pasado; es en realidad el suelo que acompaña al futuro y donde el presente hunde sus raíces:


“La conciencia del pasado es constitutiva de la existencia histórica. El hombre posee de verdad un pasado sólo si tiene conciencia de poseerlo, pues únicamente esta conciencia introduce la posibilidad del diálogo y la elección. De otro modo, los individuos y las sociedades llevan encima un pasado que ignoran, que sufren con pasividad. Mientras no tienen conciencia de lo que son y de lo que fueron no alcanzan la dimensión propia de la historia. La historia es la reconstitución, por y para los vivos, de la vida de los muertos. Nace, pues, del interés actual que los hombres que piensan, sufren, actúan, tienen en explorar el pasado. Búsqueda de un antepasado cuyo prestigio y cuya gloria se prolongan hasta el presente, elogio de las virtudes que hicieron nacer y prosperar a la ciudad, relato de las desgracias queridas por los dioses o atraídas por las falta de los humanos que precipitaron su ruina, la memoria colectiva parte, como la memoria del individuo, de la ficción, mito o leyenda, y se abre penosamente camino hacia la realidad” (Aron, 1962:14). 


 

Igualmente podemos seguir esta discusión en el ámbito de la didáctica de la historia, para autores como Andrea Sánchez Quintanar la conciencia histórica implica:

- La noción de que todo presente tiene su origen en el pasado.
- La certeza de que las sociedades no son estáticas, sino que cambian y se transforman de manera constante y permanente por mecanismos intrínsecos a ellas, independientemente de la voluntad de los individuos que las integran.
- La noción de que, en esa transformación, los procesos pasados constituyen las condiciones del presente.
- La convicción de que yo –cada quien-, como parte de la sociedad, tengo un papel en el proceso de transformación social y, por tanto, el pasado  me constituye, forma parte de mí, hace que yo –mi ser social- sea como es.
- La percepción de que el presente es el pasado del futuro, que yo me encuentro inmersa en todo ello y, por tanto, soy parcialmente  responsable de la construcción de ese futuro.
- La certeza de que formo parte del movimiento histórico y puedo, si quiero, tomar posición respecto a éste; es decir, puedo participar, de manera consciente, en la transformación de la sociedad” (Sánchez Quintanar 2006).


     Por su parte,  el mundo conceptual de  Jörn Rüsen sobre  la conciencia histórica,  empieza reconociendo a ésta, como parte de una cultura histórica y que al formar una diada con la memoria,  es posible reconocer la motivación y la orientación humana.  La conciencia histórica para Rüsen es la comprensión individual y colectiva del pasado, los factores  cognitivos y culturales que forman dicha comprensión, así como las relaciones entre comprensión histórica de carácter futuro,  para este autor, la conciencia histórica es de tres tipos; tradicional, ejemplar, crítica y genética:

En la conciencia histórica de tipo tradicional, la conciencia histórica funciona para mantener vivas las tradiciones que aseguran la coherencia social. Es la que permite recordar los orígenes comunes y validar las costumbres que legitiman obligaciones y prácticas. La totalidad temporal está aquí expresada en forma de un pasado, que es relevante sobre el presente y que debe ser continuado en el futuro. La permanencia es el factor clave de esta forma de conciencia histórica.

En la de tipo ejemplar, la experiencia del pasado se asume en un conjunto de casos, que representan reglas de conducta. La experiencia temporal se extiende un poco más que en el tipo tradicional pues, tomando las normas de casos específicos, hace posible su aplicación a situaciones actuales, que son valoradas por su capacidad de aportar un mensaje o lección al presente.

Para el caso de la conciencia histórica de tipo crítico, se remite a una cierta
contranarración, a una desviación que implica ruptura con el pasado, de manera que deja de ser fuente de orientación para el presente. La conciencia histórica de tipo crítico deslegitima la validez atemporal de tradiciones y reglas previas, pues considera las condiciones como temporales y relativas a la hora de guiar la acción.

Por último, la de tipo genético va aún más allá que el tipo anterior, puesto que la conciencia histórica genética presupone que el cambio subyace en la temporalidad humana y, por ende, toda estructura de interpretación del tiempo está mediada por la posibilidad de transformación como factor fundamental dentro de la creación de sentido del pasado. Así, el presente se muestra como un punto de intersección entre el futuro, que puede forjarse a partir del cambio que dinamiza la historia. La idea de “progreso” ajustaría como un buen modelo de pensamiento genético, pues supone que las experiencias pasadas son susceptibles de una alteración, que reporte configuraciones más positivas en el futuro (Cataño Balseiro, 2010:223).

     Si  la conciencia histórica es un panorama complicado, el de  La  Formación de la conciencia histórica para la convivencia, lo es aún más; ya que no se encuentra enunciada en ningún lugar que no sean los documentos asociados a la Reforma Integral a la Educación Básica, sin que se aclare en que consiste o cuáles son los orígenes del término.  De manera prescriptiva solo se enuncian las dimensiones que la componen,  y los objetivos que el docente debe cumplir con estrategias que permitan  que el  alumno:

  • Analice y discuta sobre la diversidad social, cultural, étnica y religiosa de las sociedades pasadas y presentes.
  • Desarrolle su empatía con seres humanos de otros tiempos y de distintas condiciones sociales.
  • Identifique las acciones que en el pasado y en el presente favorecen el desarrollo de la democracia, la igualdad, la justicia, el respeto y el cuidado del ambiente.
  • Reconozca los intereses y valores que llevaron a los sujetos históricos a actuar de determinada manera y sus consecuencias.
  • Señale y describa los objetos, tradiciones y creencias que perduran y reconozca el esfuerzo y características de las sociedades que las crearon.
  • Reconozca en el otro aquellos elementos que le son comunes y le dan identidad. Recupere el conocimiento histórico para valorar su presente y como sujeto histórico plantear proyectos para actuar con responsabilidad social (SEP, 2011: 24).

     Cuando se revisan las tesis o tesinas  sobre el tema,  podemos encontrar que en la mayoría de los estudios a pesar de que se trata de investigaciones para la educación básica, solo se busca desarrollar la conciencia histórica, dejando la formación para la convivencia totalmente de lado y se evita mencionar  de manera clara lo que se entiende por ésta.  A veces se le relaciona con el pensamiento crítico y otras aunque se mencionen las tres dimensiones ligadas a ella –pasado, presente y futuro, no se comprende claramente la dimensión actitudinal que posee esta noción del conocimiento histórico, y se le deja en un nivel factual. Por ejemplo,  en su tesis de Licenciatura Maria de Lourdes Cecilia Guerrero Saucedo (2004:5) nos dice que el enfoque que defiende su tesis La enseñanza-aprendizaje de la historia desde un enfoque basado en la adquisición de la conciencia histórica en sexto grado es “Desarrollar en los alumnos la noción de conciencia histórica colocándolos en el papel de sujetos constructores de su propia realidad, y por ende, de su propia historia”.   Para otro autor   “El desarrollo actual de la humanidad es fruto del pasado del hombre, inclusive instituciones y costumbres del pasado continúan vigentes en nuestros días. Por lo tanto, el conocimiento del pasado, permite a los hombres entender el presente e intentar elegir el mejor camino entre las distintas alternativas que se le presentan mirando el futuro”. “El análisis de los mismos permiten al hombre como ser individual y protagonista de la historia y a las sociedades que forman diferenciar entre aciertos y errores, atendiendo y basando sus decisiones en los primeros e intentando no repetir las equivocaciones ante situaciones similares” (Pérez Ortiz, 2012:6).

     Dentro de las metodologías para tratar didácticamente el desarrollo de la conciencia histórica  destacan varias propuestas que incluso generan softwares interactivos para el desarrollo de la conciencia histórica como la investigación titulada Propuesta educativa computacional “La conciencia histórica como factor fundamental para fortalecer el sentido de identidad nacional de Cristina Rocha Soriano (2005), o recurriendo a recursos aparentemente más modestos  como el desarrollo de la lectoescritura, o el muralismo mexicano “La comprensión lectora es una  de las habilidades indispensables para adquirir cualquier tipo de aprendizaje, a partir de ésta cualquier individuo es capaz de interpretar y dar respuesta a situaciones que se formulen o propongan, desarrollando las capacidades intelectuales que de ésta se desprenden”. (Vences Alpizar,  2008:5).  

     En todas las propuestas revisadas sobre sale el hecho de que para desarrollar la conciencia histórica la mayoría de los autores recurre al uso de esquemas temporales o ejercicios de representación del tiempo, como es nuevamente en la Tesis de Licenciatura en Pedagogía  Unidad Didáctica y Enseñanza Para Favorecer La Conciencia Histórica en los alumnos De 3° Año De Educación Preescolar Elaborada Por Ilse Melina Martínez Moreno y Andrés Reyes Baca (2012) las actividades tienden a formar en los alumnos, la noción del pasado y del presente, mediante una secuencia didáctica que aborda desde el uso de  la discusión, líneas del tiempo, entrevista a los abuelos de los niños, comparaciones de objetos y dibujos, que tienen como objetivo más importante lograr una primera aproximación a la historia de los niños, el marco temporal es su propia vida y los cambios que suceden a su alrededor.

     La introducción de la convivencia como una competencia a desarrollar para la educación básica y su introducción en el currículo de historia, no son dos fenómenos aislados, sino que se complementan y dan vida a una problemática compleja enseñar historia al mismo tiempo que se mejoran las relaciones personales, con la aspiración de comprender los problemas internacionales.  Sin embargo  de lo que no queda duda  es que se trata de una competencia que pretende favorecer las acciones que con conciencia histórica realizan los sujetos en beneficio de la convivencia, es decir, se trata de usar el conocimiento que los alumnos pueden elaborar del pasado, para actuar de forma positiva en el presente.  Rompiendo una vieja tradición que solo ha permitido que los alumnos conciban a la Historia como “un relato sobre las guerras” y a las revoluciones sociales como sinónimos de “batallas”. 

     De lo que se trata ahora,  es  que los estudiantes se perciban como parte de una cultura nacional,  que al estar  en una interacción constante con los fenómenos  de la globalización; deben tomar decisiones y resolver problemas de una naturaleza rápida y cambiante.   El tema de la conciencia histórica para la convivencia y su formación se convierten entonces en una manera de abstraer la realidad y poder interactuar en ella de una manera informada. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El regreso del exsecretario

En el último sexenio ha cobrado especial importancia la figura de algunos diputados y senadores que abanderan ideas liberales y dicen de man...