martes, 7 de mayo de 2019

La secundaria Técnica Mexicana, algunas notas.

      Capacitación, formación para el trabajo, planta productiva, industrialización, son categorías  que encuentran en el argot de las reformas educativas que desde 1921 han permeado al sistema educativo.   Sin embargo no ha  sido tanto  el  espíritu de consolidación del sector productivo o la independencia económica,  los  que ha guiado el estado actual de la educación tecnológica en el país.  Lo que desafortunadamente ha privado ha sido la reorganización administrativa y los ajustes presupuestales.

     En la retórica posrevolucionaria, que manejaba un discurso marxista, al tiempo que construía un sistema de control sindical, se  concebía  al  trabajo como una forma de vida y cimiento del progreso nacional, no fueron pocos los esfuerzos por consolidarla, y se generaron distintos programas y formas de capacitación para la industria, sobre todo en la educación superior. Pero en este capítulo nos referiremos exclusivamente al sistema de «Educación Secundaria Técnica» que opera en la Ciudad de México.

     La secundaria técnica es una de las tres modalidades principales de educación básica en México. Surge a fines de los setenta y abarca a cerca de 30% de la matrícula en este nivel. Su particularidad es ser una opción educativa bivalente que ofrece un valor adicional dentro de la currícula: los estudiantes cursan el programa regular de secundaria y, a su vez, se capacitan en un área tecnológica: egresan con el certificado de secundaria y con un diploma de auxiliar técnico en una determinada especialidad. (Pieck Gochicoa, 2005: 481).

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     El sistema de Educación Secundaria Técnica cuenta con un escudo propio (así como un himno y otros símbolos como el banderín y su mascota) en el que se distinguen varios elementos de la formación que se recibe en dichos establecimientos:

·        Las letras E, S, y T, que significan Escuelas Secundarias Técnicas,  y donde la E representa una silla, la S a un alumno sentado y la T a una mesa de trabajo.
·        El engrane que enmarca el logotipo representa al sector industrial así como al trabajo y al progreso tecnológico.
·        El ancla representa al mar y educación para actividades marinas.
·        Como símbolos agropecuarios se encuentra el panal y las líneas diagonales que atraviesan el símbolo y que representan los surcos de la tierra.
·        Las siglas DGEST que se alcanzan a leer en la parte de arriba significan Dirección General de Educación Secundaria Técnica.
     

La Dirección General de Educación Secundaria Técnica (DEGST)  se fundó el 12 de Septiembre de 1978 (Vera y Zapata, 1982),   producto de una reorganización del sistema educativo mexicano, el cual dejó morir a la Dirección General Tecnológica e Industrial, que consideraba a la formación Técnica como parte de la educación profesional, y por lo tanto terminal, para transformarla en una parte más de la formación media. La DGEST  desempeñaba funciones normativo-administrativas para 71 escuelas en el Distrito Federal (hoy Ciudad de México), y las 22 restantes en el país,  eran operadas por los organismos desconcentrados de la SEP. Como se sabe hoy en día operan 119   Escuelas Secundarias Técnicas en la Ciudad de México la manera como se dio esa expansión desde su fundación es muy compleja pues implica entender el que propuestas como las  “Escuelas Tecnológicas Industriales y Comerciales” que habían surgido en 1950 se sumaban a otros sistemas, como las “Prevocacionales”  o los “Centros Experimentales  Plan EB-3”.  Reconciliar tradiciones institucionales,  mecanismos de contratación, de funcionamiento y evolución tan diversa no siempre es fácil. 



     Hasta 2015, había un director General para los dos turnos, dos coordinadores uno que se encargaba de dirigir las actividades tecnológicas y otro que se encargaba de orientar las asignaturas académicas, existía un departamento de servicios educativos complementarios, que tenía bajo su cargo a un doctor, enfermera, dentista, trabajador social y psicólogo educativo.  Este último departamento ha desaparecido iniciando un éxodo de profesionales que deben buscar acomodo en una  modalidad  escolar que cada día es más criticada, Pieck Gochicoa (2005),  lo describe así:

Algunos de los cuestionamientos a la educación técnica han estado referidos al alto costo de este tipo de educación, a la falta de preparación de los maestros, a la obsolescencia de las competencias técnicas que se imparten, a la infraestructura marginal de los talleres y a la falta de vinculación con los espacios del trabajo (Gómez y McGinn, 1981; Wolf y De Moura Castro, 2000). Asimismo, existe polémica sobre la conveniencia de incorporar componentes de formación para el trabajo dentro de la currícula de la educación formal. Así, hay opiniones que señalan que la preparación específica para el trabajo (lo que puede ser el caso de los talleres dentro de la secundaria técnica) no debiera ser parte de la educación formal, sino más bien apoyarse en modalidades no formales y programas privados de capacitación (Wolf y De Moura Castro, 2000). Ello llevaría a cuestionar la inclusión de los talleres en la currícula de la secundaria técnica y la pertinencia de esta modalidad dentro del nivel básico. Por otro lado, si el componente laboral dentro de la currícula de la secundaria técnica es marginal y de baja calidad, cabe cuestionarse sobre la utilidad y función de esta modalidad, una de las interrogantes que forman parte de esta investigación. (Pieck Gochicoa, 2005:485).


Todo parece indicar que las reformas actuales han enterrado esta modalidad educativa que niega a morir... 

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