Truculenta
trayectoria de la cacique, asesina, corrupta, tramposa y traidora Elba Esther.
A Misael, de la manera más
ruin y cobarde, lo atacaron por la espalda y no le dieron tiempo para
defenderse
La Asociación “Ignacio M. Altamirano”
Denuncia: (I)
Sigue al pie
de la letra los consejos de la Aparición a Macbeth: “Sé de corazón de león; ten
arrogancia y no te cuides de lo que proteste, te agite o conspire contra ti.
Presentación
En el marco de la lucha contra la asesina usurpadora, corrupta y priísta Elba Esther Gordillo Morales, la Asociación Ignacio M. Altamirano, elaboró este folleto para dar a conocer a través de esta denuncia pública las deleznables prácticas de esta mujer que al amparo del poder en turno traiciona a todos aquellos con quien establece alianzas políticas.
Para sustentar lo dicho, la Asociación Ignacio M. Altamirano recurrió a la
recopilación de notas informativas, artículos y reportajes publicados en La
Jornada, diario a quien agradecemos la difusión de nuestro movimiento.
Para mayor comprensión de la personalidad y perversos fines de la cacique
magisterial damos a conocer algunas conversaciones telefónicas que consiguieron
compañeros de la sección IX del SNTE con simpatizantes del gobierno capitalino.
Esas charlas muestran a Gordillo Morales al desnudo, quien, sin tapujos ni
escrúpulos, se muestra columpiándose en le trapecio para saltar de un lado a
otro en beneficio propio.
Como maestros sentimos vergüenza por el trato de lacayo y títere que Elba
Esther Gordillo da a la Secretaría General del Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Educación (SNTE), Rafael Ochoa Guzmán, además de sentir
indignación por la utilización patrimonial que de nuestra organización hace
Gordillo.
Damos a conocer la información contenida en este documento para que la
ciudadanía conozca a la verdadera Elba Esther Gordillo.
Macbeth en Polanco (1)
Por Luis Hernández Navarro
Una vez más, como si fuera una moderna Lady Macbeth que goza a la vez del beneficio del sueño pero ejecuta actos que corresponden a la vela, una mancha de sangre se le apareció a Elba Esther Gordillo. El crimen de Misael Núñez Acosta se le atravesó por tercera vez en su camino. El hedor que no desinfectan todas las esencias de Arabia envuelve nuevamente su destino.
El que pone el cadáver de Misael en su senda no es cualquiera. Quien acusa al
grupo de Elba Esther de asesinar al maestro democrático es Carlos Jonguitud
Barrios, responsable de la meteórica carrera sindical y protector de la
maestra, y en enero de 1981, fecha del homicidio, el hombre mejor informado de
cuanto sucedía en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Esta es la tercera ocasión en que la chiapaneca ha sido señalada como autor
intelectual del crimen. Pero nunca como ahora por alguien que fue parte de la
cúpula gremial. Le sucede cuando se encuentra en el paraíso celestial de la
administración pública, a la diestra del primer mandatario, con más poder del
que nunca soñó tener, lejos de las puertas del purgatorio en las que se hallaba
apenas a comienzos de 1988.
La primera fue cuando Misael murió. La lucha de Núñez Acosta, uno de los más
destacados líderes del magisterio democrático, afectaba directamente el control
sindical que la profesora tenía en la sección 36. Los maestros disidentes
señalaron de inmediato la responsabilidad de Gordillo y su grupo en la
eliminación física de su detractor. Ella lo negó. Dijo ser la más afectada por
el homicidio, pero nunca hizo nada serio para que se esclareciera. La
disidencia democrática en el valle de México se debilitó y ella ascendió en el
escalafón sindical y llegó a manejar las finanzas del gremio.
La segunda fue en 1989. Excluida del círculo cercano de Carlos Jonguitud
Barrios, líder vitalicio del SNTE, al que ingresó en 1977, coqueteó
efímeramente con la Corriente Democrática del PRI y, desde 1987, tuvo que mal
saciar su ambición política ocupando posiciones secundarias dentro de la cúpula
sindical. Manuel Camacho la rescató de su aislamiento político al hacerla
delegada de la Gustavo A. Madero en diciembre de 1988.
Meses después, en una jugarreta del destino, el más grande paro nacional jamás
realizado por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE)
derrocó a Jonguitud y le abrió –sin proponérselo- las puertas para cumplir sus
más preciado deseo: fue designada secretaria general interina del SNTE. Los
maestros en paro que rodeaban el edificio de la SEP la recibieron durante
varios días gritándole ¡asesina!
Carlos Jonguitud Barrios, fundador del grupo Vanguardia Revolucionaria,
responsabiliza al grupo de Elba Esther de la muerte de Misael después de 21
años. Con razones fundadas, en su momento también se le señaló a él como autor
intelectual del homicidio. Respondió diciendo que la acusación era pura
falsedad y que buscaba dividir al sindicato.
Cuando en agosto de 1981 los asesinos materiales confesaron que habían sido
contratados por un comisionado del comité nacional del SNTE, el entonces
secretario general, Ramón Martínez, declaró que inculpar al sindicato eran
puras calumnias propaladas por pequeños grupos dirigentes.
Misael Núñez no fue el único maestro democrático asesinado por pistoleros de
Vanguardia Revolucionaria. El profesor Pedro Palma fue ultimado a balazos en
Hidalgo. El oaxaqueño Modesto Patolsin fue secuestrado y su cuerpo aún no
aparece. El chiapaneco Celso Wenceslao murió por los disparos que los
vanguardistas le hicieron después de perseguirlo. El dirigente morelense Víctor
Ariel Bárcenas fue violado. Muchos más golpeados. Un recuento provisional de 15
años de cacicazgo jonguitudista arroja un saldo de casi 100 trabajadores de la
educación muertos o desaparecidos.
Durante 10 años Carlos Jonguitud y Elba Esther Gordillo fueron uña y mugre. La
profesora Gordillo participó de las prácticas sindicales de Vanguardia
Revolucionaria sin objetarlas. Fue su beneficiaria directa. Comenzó a
diferenciarse de ellas hasta que el patriarca la excluyó del círculo de los
elegidos. Cuando lo consideró necesario para su carrera, no dudó en traicionar
al hombre a quien debía su carrera política y sindical.
Engrandecida por la timidez de sus compañeros de partido, encumbrada por una
transición ratonera, desde sus cuarteles generales en Polanco Elba Esther sigue
al pie de la letra los consejos de la Aparición a Macbeth: “Sé de corazón de
león; ten arrogancia y no te cuides de lo que proteste, te agite o conspire
contra ti.
Macbeth no será nunca vencido hasta que el gran bosque de Birnam suba
marchando...”.
Sombra de su sombra, Carlos Jonguitud decidió que es el momento de la revancha
y convocó al espectro de Misael Núñez Acosta para hacerse justicia. Profético,
le advierte a la maestra: el sistema la desechará como se deshizo de él. Aunque
aún no marche el bosque de Chapultepec (o de Birnam), la tragedia de Macbeth
llegó a Polanco. La investigación sobre el homicidio de Misael debe reabrirse,
la verdad esclarecerse. Jonguitud y Elba Esther tienen que ser llamados a
declarar.
Elba de Troya (2)
Por Luis Hernández Navarro
Elba Esther Gordillo se encuentra en aprietos. Su monigote fue quemado en la plaza pública.
Juzgada por un tribunal popular se le declaró culpable de represión contra el
magisterio democrático, enriquecimiento ilícito y destrucción de la educación
pública. Ha sido condenada al repudio público y a enfrentar las denuncias en su
contra en los órganos judiciales.
Elba Esther está en dificultades. Cuanto más mejoran sus bonos en Los Pinos,
más se deterioran las relaciones con los militantes de su partido. Cuanto más
se acerca a Vicente Fox, más se aleja del PRI. Cuanto más compromisos establece
con el Presidente, menos posibilidades tiene de que sus compañeros los acepten.
La maestra es vista por muchos dirigentes del tricolor como un verdadera
caballo de Troya en sus filas. Allí se le conoce como Elba de Troya. Es el
ariete para romper la unidad partidaria, el vehículo para transmitir la línea
oficial al PRI. Sus pactos con el gobierno federal tienen el tufo de la
claudicación. Cuando habla de la necesidad de modernizar a su partido se
sospecha que lo que realmente quiere es comprometer el voto priísta con las
reformas legales de sus adversarios. Sus palabras tienen, como su carrera
política, el sello de la traición.
Para acumular capital político la secretaria general del PRI ha enfrentado sin
el menor pudor a sus compañeros. Denunció a los labastidistas, atacó a Beatriz
Paredes, responsabilizó a Manlio Fabio Beltrones de organizar una campaña en su
contra y abandonó a los dirigentes petroleros a su suerte. Manuel Bartlett le
incomoda porque su negativa a sumarse a la reforma eléctrica foxista camina a contrapelo
de sus compromisos en palacio. Sus conflictos y dificultades con Roberto
Madrazo crecen día tras día.
Aunque la maestra declara que la educación pública debe ser laica y gratuita,
maniobra para deslizar la agenda confesional de sus aliados gubernamentales
dentro del magisterio. Al igual que lo hizo con la descentralización educativa
cuando fue designada por Salinas de Gortari jefa del sindicato magisterial, su
rechazo original se convirtió en una claudicación sin condiciones; ahora
maniobra para limar el filo liberal del artículo tercero constitucional.
Es que la herencia de la escuela rural mexicana y el normalismo le resulta cada
vez más incómoda, mientras que el olor a sacristía y los clubes industriales le
son cada vez más cercanos. Por ello sus empleados en el SNTE convocaron a un
Consejo Nacional para modificar los estatutos gremiales. Quieren mostrar un
rostro sindical remozado que reivindique el “humanismo” educativo, para que su
líder moral pueda presentarse con menos inconvenientes ante los nuevos amigos
con los que se codea. La receta continúa la tradición. Algo similar hizo en
1992 cuando, en contra de lo establecido en el aparatado B del artículo 123, se
reeligió y modificó los estatuios sindicales para quitar de su Declaración de
Principios la adscripción al nacionalismo revolucionario y sumarse al
liberalismo social salinista.
Elba Esther Gordillo está en apuros. El dedo de sus incondicionales no puede
tapar el sol de la avalancha de denunciar presentadas por su participación en
la guerra sucia contra el magisterio democrático. Su desgarramiento de
vestiduras llamando a la honradez y la transparencia en la gestión gremial no
logra distraer la atención de los testimonios sobre uso indebido de fondos
sindicales y enriquecimiento ilegítimo.
Las acusaciones en su contra ante la Fiscalía Especial para los Movimientos
Sociales y Políticos del Pasado crecen día a día. Las movilizaciones del
magisterio democrático que piden su renuncia son cada vez más amplias.
El juicio político efectuado el pasado 12 de octubre en el Monumento a la
Revolución es tan solo un eslabón más en la cadena de su repudio.
Quienes en los medios se atreven a meter la mano en su favor son cada vez
menos. Ha incumplido tantos compromisos, ha tirado al basurero tantas promesas,
se ha comportado tan deslealmente, ha propiciado tantos agravio, ha pisoteado a
tantas personas para salvaguardar sus intereses personales, que la lista de los
detractores dispuestos a pasarle la factura hace que su defensa sea difícil.
Que lo diga sino su creador político, Carlos Jonguitud Barrios, quien tiró,
desde las filas de su partido, la primera piedra en contra de su pupila.
Elba Esther está en la higuera política, tan quemada como los monigotes que la
representan. ¿Hay alguien que crea más allá de Jorge G. Castañeda, que con el
desprestigio que carga puede ser una figura respetada de la transición política
del país? ¿Puede servir al presidente Fox cuando dentro del PRI se le ve como
el instrumento del jefe del Ejecutivo para dividir y someter el partido? ¿Está
en posibilidades de modernizar la educación cuando camina en contra dela
cultura laica y liberal del magisterio?
La histórica impunidad de la maestra está en entredicho. A Elba de Troya se le
apareció la historia.
El ex cacique Jonguitud destapa
la cloaca de la cacique Elba Esther Gordillo
El 25 de agosto del 2002 se publicó una ENTREVISTA /CARLOS JONGUITUD BARRIOS, EX SECREARIO GENERAL DEL SNTE, quien dijo que el sistema desechará también a Elba Esther Gordillo denunció: HA DESMATELADO TODAS LAS CONQUISTAS DEL SINDICATO.
El ex líder moral del magisterio ajusta cuentas con ella, la mujer a quien dice
haber conocido en la más espantosa miseria. Acusa: el profesor Misael Núñez
Acosta murió a manos de uno de los grupos de control de la maestra, y anticipa:
la situación de los mentores no mejorará.
Desde el ocaso de su vida sindical y política, Carlos Jonguitud decide que ha
llegado la hora de ajustar cuentas. Y fustiga, señala, acusa y hasta advierte a
Elba Esther Gordillo que como él se ve hoy, ella también será, más temprano que
tarde, desechada por el sistema político al que se entregó, “importándole un
comino lo que sucedía”, convirtiéndose, con su grupo, en “verdaderos
esquiroles” de los maestros.
Porque sin matiz o concesión, para el que fuera uno de los emblemas del
corporativismo mexicano desde le Sindicato Nacional de Trabajadores de la
Educación (SNTE), actualmente se vive “un retroceso generalizado y una lucha
interna apagada porque los maestros traen fuego en las venas, pero nada más hablan,
los clarean y se acabó”.
A pesar de sus dolencias físicas, Jonguitud Barrios también trae su propio
fuego. Aunque al principio de la entrevista con La Jornada se muestra reticente
a hablar de ella, de “esa muchacha” que él “trajo” de Chiapas y que “yo formé”,
más tarde se convierte en un juicio sumario contra una Elba Esther Gordillo que
opera, dice, con base en grupos de control. “No sé si ustedes recuerden el
asesinato de un maestro en el estado de México, Misael (Núnez Acosta)... Misael
murió en manos de ellos...”.
Rotundo en esa acusación, también lo es cuando asegura: “Creo que Elba en la
lucha es capaz de muchas cosas. Yo digo que si esta entrevista la estuviera
oyendo o viendo, ustedes o yo tendríamos que pagar el pato; no los quiero
espantar, pero así es”.
Lo que más le duele, sin embargo, es que la maestra chiapaneca, hoy alta
dirigente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y abierta colaboradora
en las políticas que diseña el gobierno de Vicente Fox, ha desmantelado las
conquistas magisteriales que se consiguieron en la etapa en la que él fue líder
“moral” y estatutario del SNTE y los mentores vivan hoy “en la más completa
miseria. Se volvieron apáticos, indiferentes, absolutamente fuera de la
realidad”.
– ¿Elba Esther Gordillo es su enemiga?
– De esa mujer no quiero ni hablar siquiera.
Me enferma el sólo pensar.
Y de su discípula, de la maestra, plantea con total certeza: “Serví de puente para que esta niña se conectara nuevamente a la dirigencia sindical, nada más... yo vi a esta mujer en condiciones de miseria”. Habla primero serio y luego con risa franca, incontenible, cuando señala que la ambición de la chiapaneca le viene desde su infancia y juventud, “y nunca logró nada, a pesar de los 10 millones que dice que le trajo su abuelo”.
“Yo creo que ella no controla nada, pero es muy perseverante en sus cosas.
Cuando pretende algo, lo lleva a cabo, lo realiza, pero esto no quiere decir
control del magisterio sino control de la autoridad, porque desde el momento en
que se da ese contubernio con la autoridad, ella se implica en conseguir una
plaza de doble turno para las gentes que están apoyándola”.
- Pero si dice usted que ella en realidad no es quien controla, ¿cómo ha
logrado mantenerse 13 años al frente del sindicato magisterial?
– A base de sus grupos de control– señala y guarda silencio. Jonguitud mira al
vacío. Acto seguido, revive un caso que, para él, ilustra a la perfección su
aserto:
“No sé si ustedes recuerden el asesinato de Misael, un maestro de Estado de
México.
Misael murió en manos de ellos, precisamente por eso, porque se había
convertido en una gente que tenía cierta afinidad por los planteamientos del
sindicato, porque estaba completamente convencido de a lucha y andábamos
buscando la forma de incorporarlo al sindicato. Ellos lo rescataron y le dieron
línea. Y claro que no tuvo afinidad con ellos y por fin lo mataron”.
El sobreviviente
“Creo que Elba en la lucha es capaz de muchas cosas... Nosotros éramos blancas palomitas”, en comparación.
Y la ironía propia de un hombre que en muchos sentidos puede considerarse a sí
mismo como un sobreviviente surge por la esquina de alguna expresión. Se
refiere así a la reciente explicación de Elba Esther sobre su fortuna personal:
“No sé cómo ella pudo ubicar (al sindicato) en una situación desfavorable. No lo entiendo. Cómo una mujer que había servido al sindicato, que cuando menos tenía esa línea, modesta, pero la tenía, allá con su abuelo (en Chiapas) que dice ella que creció entre millonadas de pesos. Eso no es cierto.
Es un ardid de esta mujer que dice que salió de Chiapas y que ahí el abuelo
vino y le depositó 10 millones de pesos. Esas vaciladas están buenas para
Ripley”.
Cuando dice cosas así, Jonguitud ríe de buena gana, pero también cae en
silencios tan grandes como las lagunas que cubren su memoria.
Sin embargo, luego habla recio. Asegura que la intención no es “atomizar” al
SNTE sino “hacerlo desaparecer” y que con su sucesora se generó “la entrega
general de todas a todas las fuerzas del gobierno”.
– ¿Salinas contó con colaboradores suyos que lo traicionaron?
– Fíjense que no contó con ellos. Los obligaron a estar con ellos. Eso es
distinto. Y sí hay algunos que voluntariamente cedieron.
– ¿Sería el caos de ella?
– Sí, claro, de ella. Y ya sabe usted quién es ella.
– Pero ella fue hechura de usted...
– Yo la formé, yo la traje de Chiapas y la formé.
– ¿Entonces, por qué se deformó?
– Pues... la formé muy mal porque no sirvió de nada el esfuerzo.
Cuando Gordillo llegó de
Chiapas
A lo largo de casi dos horas de conversación, Jonguitud rememora el impacto de su encuentro inicial con Elba Esther Gordillo, cuando lo abordó, hace décadas, en la avenida Pino Suárez, en las escalinatas de la Suprema Corte de Justicia.
“Ahí estaba Elba con dos o tres personas esperándome. Me dijo ‘queremos hablar
con usted’. ‘Súbase’, le respondí. Nos fuimos al Hotel Diplomático, que tenía
un buen restaurante...
Las fechas ya las tengo borradas. Ella era líder sindical. Yo la traje de
Chiapas a través de los amigos que recomiendan personas. Yo con mucho gusto
serví de puente para que esta niña se contactara con la dirigencia del
sindicato”.
– ¿Qué pasó después?
– Qué pasó, quién sabe... –ríe, pícaro.
Tratamos muchas cosas. Entre ellas, el asunto de que venía de la más espantosa
miseria y necesitaba el apoyo, la ayuda para levantarse un poco... Venía en
condiciones muy lamentables. Venía con familia, inclusive... Ese tema yo no lo
quisiera tratar. Me produce problemas la situación de esta muchacha.
Yo vi a esta mujer en condiciones de miseria.
Digo, no andaba pidiendo limosna, era la miseria que se siente en el
magisterio, que actualmente se siente todavía.
“Hay un contubernio entre las autoridades educativas y el magisterio
sindicalizado. El maestro ha aprendido que su presencia en el sindicato
significa sumisión, aceptación de todo lo que venga, y que los canales
sindicales dejen de trabajar en beneficio del maestro”.
El asesinato de Misael Núñez,
crimen impune
A las 18 horas del 30 de enero de 1981 tres pistoleros a sueldo llegaron a Tultepetlac en un auto Chrysler Le Baron. Al estacionarse frente al local donde se efectuaba una asamblea de maestros y padres de familia, un grupo salió de la reunión para ver quiénes eral los recién llegados. El vehículo tenía los faros encendidos.
Cuando el grupo se encontraba a menos de un metro de distancia los criminales
reconocieron al profesor Misael Núñez Acosta. Fue entonces que le vaciaron el
cargador de una Colt calibre .45.
Los homicidas subieron al coche que habían robado la noche anterior, haciéndose
pasar por policías, y huyeron a toda velocidad. Ya en el suelo. Misael quiso
levantarse pero no pudo.
Trató de decir algo pero no le alcanzó la vida para articular palabra. Dos o
tres minutos después murió. Igual destino tuvo el obrero Isidro Dorantes. El
maestro Darío Ayala resultó herido de gravedad.
Rufino Vences Peña, Joel Vences Hernández y Jorge Mejía Pizaña fueron los
asesinos materiales. Mataron a Misael a cambio de 300 mil pesos. Clemente
Villegas, asistente de Ramón Martínez, entonces secretario general del Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), los contrató. Él fue el
operador de los homicidas intelectuales. El trato se cerró con Rufino en el
Burger Boy de Nezahualcóyotl. Vences Peña convenció después a su tío y a su
amigo Jorge Mejía de entrarle al asunto. Bastó con que les adelantara 15 mil
pesos para que se comprometieran en la empresa.
Este era apenas el inicio de un próspero negocio. Según declararon los
homicidas a la justicia cuando fueron detenidos. “Clemente Villegas, quien nos
manifestó que prestaba sus servicios en el Sindicato Nacional de Trabajadores
de la Educación, nos indicó que había más personas que calmar, ya que se
encontraban agitando, realizando paros, mítines y marchas a Palacio Nacional,
aceptando los de la voz calmar a estas personas que agitaban, quedando de verse
en un restaurante donde los declarantes recibieron la cantidad de 60 mil pesos”
(unomásuno, 27 de julio de 1981).
Misael Núñez Acosta era uno de los más combativos dirigentes de la disidencia
sindical democrática del magisterio en el Valle de México, agrupada en la
sección 36 del SNTE.
Al momento de su muerte informaba a los padres de familia del rumbo que seguirá
el paro nacional decretado para el 2 de febrero.
Elba Esther Gordillo era la cacique sindical de los trabajadores de la
educación en el Estado de México, y una de las principales afectadas por la
labor de Misael. Fue designada por Carlos Jonguitud como secretaria general de
la sección 36 para el periodo 1977-1980, en lo que ella caracterizó después
como un pleito de hombres. De allí saltó, siempre con el apoyo de su protector,
a ocupar un puesto en el comité nacional del sindicato, dejando a Leonardo
Rodríguez Valero, un personaje incondicional, a cargo de su feudo. En esas
estaba cuando un vigoroso movimiento democratizador de base estalló en 1980 en
sus dominios. Misael era, con mucho, una de las figuras claves de esa fuerza
emergente.
Núñez Acosta nació el primero de agosto de 1949 en Tenango, Hidalgo. Hijo de
una familia pobre, de religión protestante, estudió en la Normal Rural de El
Mexe, Hidalgo. Allí no pudo cursar más que los dos primeros años. Fue expulsado
del plantel por denunciar el mal manejo que los directivos hacían con las
raciones alimentarias. Terminó sus estudios, después de una larga lucha, en la
Normal de Tenería, en 1970.
Al día siguiente de su asesinato, el CEN del SNTE y la delegación regional de
la SEP en el estado de México condenaron “los hechos violentos suscitados en
los enfrentamientos de Ecatepec, donde se atenta contra la vida y seguridad de
los miembros del magisterio”. La declaración provocó una gran indignación entre
los profesores democráticos. “Los hechos violentos” eran asesinatos pagados, no
enfrentamientos.
De Tulpetlac salió una marcha fúnebre rumbo a la Escuela Normal Superior con
los restos de Misael. Cientos de puños en alto lo recibieron allí. Una
interminable procesión de carros partió rumbo a Ixmiquilpan, Hidalgo, para
sepultarlo. Su féretro fue cubierto con una bandera roja y las siglas de su
organización. El 2 de febrero de 1981, día del inicio del paro magisterial
nacional, 80 mil personas marcharon por las calles de la ciudad de México. En
la descubierta, encabezando la manifestación, fue llevado un simbólico ataúd.
Los asesinos materiales fueron detenidos por la policía pero, poco después, se
fugaron de la cárcel sin grandes dificultades. Aunque confesaron quién los
había contratado nunca se apresó a los autores intelectuales del homicidio. Tan
pronto se hizo pública la relación entre los criminales y dirigentes del SNTE,
la sección 36 publicó un desplegado en el que tachaba a sus acusadores de
amarillistas y de pretender vulnerar la unidad sindical. El comité nacional
tardó tres semanas en fijar su posición. Después de atacar a casi todo mundo,
excepto al presidente de la República, los líderes del sindicato afirmaron que
su gremio: “rechaza categóricamente las aseveraciones que pretenden involucrar
a nuestra organización con los actos criminales en los que perdió la vida el
compañero Misael Núñez Acosta”.
A más de 11 años de su muerte el crimen sigue impune.
Gordillo y Jonguitud,
implicados en el homicidio, acusan familiares de Misael
Pidieron en agosto de 2002 al presidente Vicente Fox que se investigara el crimen y se haga justicia. Antes de su muerte, vecinos de Tulpetlac les avisaron que unos caciques lo buscaban. La familia de Misael Núñez Acosta, el profesor asesinado el 30 de enero de 1981 por pistoleros presuntamente enviados por caciques del SNTE, exigió al presidente Vicente Fox “que se investigue ese crimen político hasta sus últimas consecuencias y que realmente se haga justicia, porque el único delito de Misael fue luchar por la gente más necesitada”, según manifestó Yolanda Rodríguez Luis, quien fuera compañera del dirigente magisterial, con quien procreó tres hijos.
A su vez, el mayor de sus hijos, Edson Misael Núñez Rodríguez, recuerda que
antes de que asesinaran a su padre vecinos de Tulpetlac les advirtieron que
varios caciques lo buscaban. “Ahora entiendo que eran Elba Esther Gordillo y
Carlos Jonguitud Barrios”.
Afirma que los dos dirigentes del sindicato magisterial “son lo mismo, Elba
Esther fue alumna de Carlos Jonguitud, y ahora no puede ser que él la culpe.
Los dos tienen que ver en esto”. Agrega: “aunque se da un manejo político de la
información para fastidiar a Elba Esther, para nosotros sólo está el homicidio
de nuestro padre”.
Yolanda Rodríguez, quien quedó viuda a los 32 años, dice que han vuelto las
esperanzas de que se haga justicia y, en nombre de sus hijos, pide que
intervengan las autoridades judiciales y el Presidente de la República, porque
“es un crimen político y Vicente Fox ha propiciado la apertura para que se resuelvan
los casos de este tipo”.
— ¿Elba Esther Gordillo y Carlos Jonguitud son los responsables?
De Elba Esther no lo dudo —responde contundente—, Misael era uno de los pocos
profesores que podían levantar la voz y hasta golpear un escritorio frente a
Elba Esther para exigir que cumpliera su papel en un sindicato tan grande, ya
que los maestros están en pésimas condiciones y los dirigentes sólo buscan
canonjías. Muchos profesores se ven forzados a trabajar doble turno para que
sus hijos puedan estudiar.
Asesinato ruin y cobarde
Agrega: “No es posible que gente tan negativa aún esté ocupando puestos políticos y que nunca los alcance la justicia, no creo que sea justo”. Asegura que “desde el principio señalamos que fueron los dirigentes del sindicato (SNTE) quienes ordenaron matar a Misael de la manera más ruin y cobarde, porque lo atacaron por la espalda y no le dieron tiempo para defenderse”.
Yolanda se quedó sola y con tres hijos:
Edson Misael, de 10 años; Héctor, de 7, y Tania Angélica, de 4. A pesar de la
dramática situación que vivía, durante un tiempo asumió la dirección del
plantel donde Misael trabajó hasta el día de su muerte.
Asegura que después del asesinato las autoridades hicieron una “parodia” con la
justicia. Aprehendieron y encarcelaron a tres personas señaladas como
responsables del crimen, en 1982 un juez dictó sentencia en su contra, pero a
los tres meses “escaparon”. Así, dice, “entre comillas, porque ¿quién les va a
creer?”.
En noviembre de 1980 Gordillo
amenazó a Misael y otros maestros
Era el 13 de noviembre de 1980. Desde un templete en la explanada de la presidencia municipal de Tlalnepantia, donde Elba Esther Gordillo y el comité de la sección 36, encabezado por Leonardo González Valera, habían concentrado a sus huestes en un mitin, la profesora Gordillo pareció sentenciar el destino de los profesores disidentes Misael Núñez, Teodoro Palomino, Juan José Altamirano y otros: “Los pararemos cueste lo que cueste, a costa de lo que sea, con toda la fuerza del sindicato”.
Lo anterior quedó establecido en una de las comparecencias que realizaron, por
separado, ante la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del
Pasado, Juan José Altamirano Gómez, Ramón Couoh Cutz, Teodoro Palomino
Gutiérrez, Germán Aguilar Olvera y José González Figueroa, fundadores del
Comité Central de Lucha (CCL) del Valle de México, quienes señalan a Elba
Esther Gordillo, Carlos Jonguitud, Ramón Martínez Martín y Leonardo González
Valera como responsables intelectuales de la muerte, en 1981, del profesor
Misael Núñez Acosta.
Una brigada de tres miembros del CCL del Valle de México se trasladó al citado
mitin en Tlalnepantia para repartir volantes del movimiento. Ahí fueron
testigos del discurso que lanzó Gordillo, “quien textualmente señaló: ‘que el
Comité Ejecutivo Nacional y la sección 36 del SNTE establecían el compromiso
público de detener el desarrollo de las acciones que atenían contra la unidad
de nuestro sindicato, y que en este momento están organizando los seudo
maestros Misael Núñez Acosta, Teodoro Palomino, Juan Altamirano, Sergio Montano
y Mauro Pineda’, señalando: ‘los pararemos cueste lo que cueste, a costa de lo
que sea, con toda la fuerza del sindicato’”.
Cuando algunos simpatizantes de Elba Esther —agrega el profesor— se dieron
cuenta de la presencia de miembros del CCL, los persiguieron para golpearlos, y
por esa razón salieron del mitin y se trasladaron hacia Ciudad Universitaria,
donde se realizaba el Congreso de Masas en el que fue electo secretario de
Trabajo y Conflictos de Educación Primaria el profesor Misael Núñez Acosta.
La cadena de homicidios se
extendió a Oaxaca, Puebla, guerrero y otros estados
El asesinato de Misael, punto de
partida de una oleada de muerte y represión contra disidentes Después del
asesinato de Misael Núñez Acosta, la muerte de disidentes magisteriales (hay
registro de cuando menos 152 asesinatos o desapariciones) se extendió a siete
entidades más: Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Guerrero, Morelos, Chiapas y Michoacán,
justamente las que apoyaron con mayor fuerza el paro-plantón organizado en 1981
por el entonces Consejo Central de Lucha del Magisterio del valle de México
(CCL), del que el maestro victimado fue pieza clave, según consta en las
acusaciones ministeriales que levantaron los fundadores del consejo contra Elba
Esther Gordillo, Carlos Jonguitud y otros dirigentes del Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Educación (SNTE).
Luego del asesinato de Núñez Acosta, “en ese mismo año (1981) continúa la
guerra suda con el homicidio del maestro Pedro Palma, en Pachuca, Hidalgo,
realizado en una emboscada preparada por Vanguardia Revolucionaria que dirigió
en ese entonces Refugio Araujo, secretario particular de Carlos Jonguitud
Barrios. La represión continúa con otros crímenes más en los siguientes años en
Oaxaca, Puebla, Guerrero, Morelos, Michoacán y otros estados, donde también
hubo desapariciones”, establece uno de los denunciantes en su comparecencia.
Del plantón a la represión
El 3 de febrero, como a las tres de la
mañana, el plantón “fue atacado por granaderos y la policía montada de la
ciudad de México, que utilizaron gases lacrimógenos. Con violencia fuimos
subidos a cientos de camiones de la Ruta 100 y vigilados por patrullas
policiacas. Fuimos trasladados por distintos rumbos a las afueras de la ciudad
de México. Éramos aproximadamente 40 mil maestros los que manifestábamos
nuestra inconformidad”.
El paro-plantón, al que se habían sumado “masivamente” compañeros de Hidalgo,
Morelos, Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Distrito Federal, “fue levantado” por la
fuerza “a petición del Comité Ejecutivo Nacional del SNTE, encabezado por Ramón
Martínez Martín”. Después de ser conducidos con violencia hacia los autobuses,
los disidentes fueron abandonados en las carreteras de Texcoco, Pachuca y
Morelos, establece uno de los maestros en su acusación.
Pero la táctica gubernamental no sólo tuvo como blanco el valle de México, sino
otras entidades en donde el movimiento disidente había tomado fuerza. De esa
manera, a varios maestros los obligaron a ocupar puestos —“so pena de continuar
con la represión”— en los comités seccionales de Guerrero, Hidalgo y Morelos.
Sin embargo, la presión social y las movilizaciones magisteriales “exigiendo
castigo” para Elba Esther Gordillo, Carlos Jonguitud, Ramón Martínez Martín y
Leonardo González Valera, y para el gobierno del entonces presidente, José
López Portillo, “que los protegía”, hizo que detuvieran a los homicidas
materiales, manifiesta otro de los maestros.
En 1982 fueron aprehendidos los asesinos materiales de Núñez Acosta, de nombres
Rufino Vences Peña, Joel Vences Hernández y Jorge Mejía Pizaña, “todos
originarios del estado de México y ex agentes judiciales” de la entidad.
Los asesinos declararon ante el Ministerio Público de Tlalnepantla que fueron contratados por Clemente Villegas
Villegas, el secretario auxiliar del entonces secretario general del SNTE,
Ramón Martínez Martín. La sentencia que recibieron fue de 30 años de prisión.
Después de “poco más de medio año” de estar en el penal de Barrientos —lugar
“donde los asesinos amenazan a Carlos Jonguitud, Elba Esther Gordillo, Ramón
Martínez Martín y Leonardo González Valera de dar a conocer los nombres de los
autores intelectuales del crimen de Núñez Acosta si no son liberados de
inmediato”— son trasladados a la cárcel de La Perla, en Nezahualcóyotl, por
influencia de “Gordillo y González Valera”.
Al poco tiempo de estar en el penal de La Perla los homicidas escaparon, aunque
en una de las declaraciones se precisa que uno de ellos, Jorge Mejía Pizaña,
fue trasladado días antes a la prisión de Texcoco, de donde también se fugó,
sin que hasta el momento se sepa nada de ellos.
La fundación de la CNTE marcó
el inicio de la represión contra los disidentes
Al menos 152 maestros democráticos fueron asesinados o desaparecidos desde 1979.
La crudeza de las cifras es testimonio de la magnitud del agravio. Al menos 152
maestros democráticos fueron asesinados o desaparecidos desde que en 1979 se fundó la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la
Educación (CNTE). Además, como parte de la guerra sucia contra los profesores
disidentes, sus dirigentes fueron baleados, amenazados de muerte, violados, acusados
penalmente y golpeados.
Esta guerra fue orquestada en la dirección nacional del SNTE por el grupo
Vanguardia Revolucionaria y sus sucesores en el organismo gremial. Participaron
en ella, por comisión o por omisión, fuerzas del orden, cuerpos de seguridad y
diversos gobernadores.
Vanguardia va a la guerra
La CNTE se fundó en diciembre de 1979 para coordinar las grandes movilizaciones magisteriales por democracia sindical, mejores salarios y rezonificación efectuadas en Tabasco, Chiapas, La Laguna y la Montaña de Guerrero. Surgió como una fuerza de trabajadores de la educación nacional, autónoma, independiente del Estado y de cualquier partido político.
Desde su nacimiento se convirtió en un enorme desafío a la burocracia sindical
agrupada en Vanguardia Revolucionaria, que desde 1972 tenía el control del
SNTE. Sus dirigentes, muchos de ellos de origen caciquil y surgidos de una
práctica gremial en la que la existencia de grupos de pistoleros era una
constante, respondieron a esta expresión del magisterio con lujo de violencia.
En febrero de 1980, durante la presentación de su informe como secretario
general saliente en el 12 congreso nacional realizado en Chetumal, José Luis
Andrade Ibarra realizó un ejemplar análisis de la disidencia y de las medidas a
tomar para enfrentarla. Según él, los maestros democráticos no eran más que
“enanos celosos de la estatura de Jonguitud (...) fracasados que no tuvieron el
cariño de los padres y que por eso llegan a traicionar e intrigar (...) seres
malformados (...) ciegos de poder (que) continuarán enfrentando emboscadas...”
Concluyó declarando la guerra a la coordinadora; “¡duro con ellos! ¡Que no nos
detengan las consecuencias!”.
El tiempo mostraría que, efectivamente, las consecuencias no los detendrían. El
mismo Andrade Ibarra se vería involucrado años después, en su afán por
recuperar para su sindicato el control de los maestros que habían roto con
Vanguardia mientras él fue secretario general, en la organización de grupos de
pistoleros en Chiapas que asesinarían a mansalva al profesor Celso Wenceslao el
2 de abril de 1987. Según testimonio de Rafael Arellanes, recogido por Carlos
Monsiváis, Andrade Ibarra habría dicho rabioso: “Hay que acabar con ese
cabrón”.
Aunque la guerra sucia contra los trabajadores de la educación tenía ya años de
ejecución, Carlos Jonguitud la refrendó con toda claridad el 3 de octubre de
1982 en la reunión de evaluación vanguardista realizada en el auditorio Quince
de Mayo: “Espero —dijo— que se entienda lo que voy a decir, no lo dejo para más
tarde porque quizá ya no tengamos la oportunidad para hacerlo. Los congresos
regionales están a punto de realizarse y antes quisiera recomendar algunas
cosas. No voy a ser explícito en ellas, y quienes se queden con alguna duda,
que la consulten directamente a la dirección del sindicato. Siento que alguna
vez tendremos que ir a la guerra... y hasta ahí lo dejo. Nos debemos volver más
eficientes, no queremos mártires, queremos victoriosos de todas las hazañas en
que el magisterio nacional participe”.
Un mes después, el 13 de noviembre de 1981, en un mitin efectuado en la
explanada de la presidencia municipal de Tlalnepantia, en el estado de México,
para frenar la lucha de los maestros mexiquenses, la protegida de El Padrino y
figura fuerte de la sección sindical, Elba Esther Gordillo, al igual que
Andrade Ibarra, sentenció: "los pararemos cueste lo que cueste, a costa de
lo que sea, con toda la fuerza del sindicato”.
Esta retórica no era novedosa. Tampoco el uso de la violencia para dirimir
cuestiones sindicales. Su empleo era moneda corriente entre los integrantes de
Vanguardia Revolucionaria. Había sido la partera de su historia. El 22 de
septiembre de 1972, Eloy Benavides y Carlos Jonguitud Barrios, hasta ese
entonces miembros destacados de la camarilla en el poder del sindicato
magisterial, tomaron violentamente el local sindical y desconocieron a la
dirigencia en funciones. Contaban con el apoyo del presidente Luis Echeverría
Álvarez, con quien entablaron amistad desde el paso de éste por la Oficialía Mayor
de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
El tribunal concluyó: “hemos sido testigos directos o indirectos de las
agresiones de que han sido objeto compañeros de diversas secciones del país.
Estas van desde las más simples hasta las más brutales: sanciones
administrativas, secuestros prolongados, desapariciones y asesinatos
políticos”.
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