domingo, 7 de diciembre de 2003

Primera Entrega: ¿Elba de Troya o lady Macbeth Gordillo?

 

Truculenta trayectoria de la cacique, asesina, corrupta, tramposa y traidora Elba Esther.

 

A Misael, de la manera más ruin y cobarde, lo atacaron por la espalda y no le dieron tiempo para defenderse

La Asociación “Ignacio M. Altamirano”
Denuncia: (I)

Sigue al pie de la letra los consejos de la Aparición a Macbeth: “Sé de corazón de león; ten arrogancia y no te cuides de lo que proteste, te agite o conspire contra ti.

Presentación

En el marco de la lucha contra la asesina usurpadora, corrupta y priísta Elba Esther Gordillo Morales, la Asociación Ignacio M. Altamirano, elaboró este folleto para dar a conocer a través de esta denuncia pública las deleznables prácticas de esta mujer que al amparo del poder en turno traiciona a todos aquellos con quien establece alianzas políticas.


Para sustentar lo dicho, la Asociación Ignacio M. Altamirano recurrió a la recopilación de notas informativas, artículos y reportajes publicados en La Jornada, diario a quien agradecemos la difusión de nuestro movimiento.


Para mayor comprensión de la personalidad y perversos fines de la cacique magisterial damos a conocer algunas conversaciones telefónicas que consiguieron compañeros de la sección IX del SNTE con simpatizantes del gobierno capitalino. Esas charlas muestran a Gordillo Morales al desnudo, quien, sin tapujos ni escrúpulos, se muestra columpiándose en le trapecio para saltar de un lado a otro en beneficio propio.


Como maestros sentimos vergüenza por el trato de lacayo y títere que Elba Esther Gordillo da a la Secretaría General del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Rafael Ochoa Guzmán, además de sentir indignación por la utilización patrimonial que de nuestra organización hace Gordillo.
Damos a conocer la información contenida en este documento para que la ciudadanía conozca a la verdadera Elba Esther Gordillo.

 

Macbeth en Polanco (1)


Por Luis Hernández Navarro


Una vez más, como si fuera una moderna Lady Macbeth que goza a la vez del beneficio del sueño pero ejecuta actos que corresponden a la vela, una mancha de sangre se le apareció a Elba Esther Gordillo. El crimen de Misael Núñez Acosta se le atravesó por tercera vez en su camino. El hedor que no desinfectan todas las esencias de Arabia envuelve nuevamente su destino.


El que pone el cadáver de Misael en su senda no es cualquiera. Quien acusa al grupo de Elba Esther de asesinar al maestro democrático es Carlos Jonguitud Barrios, responsable de la meteórica carrera sindical y protector de la maestra, y en enero de 1981, fecha del homicidio, el hombre mejor informado de cuanto sucedía en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).


Esta es la tercera ocasión en que la chiapaneca ha sido señalada como autor intelectual del crimen. Pero nunca como ahora por alguien que fue parte de la cúpula gremial. Le sucede cuando se encuentra en el paraíso celestial de la administración pública, a la diestra del primer mandatario, con más poder del que nunca soñó tener, lejos de las puertas del purgatorio en las que se hallaba apenas a comienzos de 1988.


La primera fue cuando Misael murió. La lucha de Núñez Acosta, uno de los más destacados líderes del magisterio democrático, afectaba directamente el control sindical que la profesora tenía en la sección 36. Los maestros disidentes señalaron de inmediato la responsabilidad de Gordillo y su grupo en la eliminación física de su detractor. Ella lo negó. Dijo ser la más afectada por el homicidio, pero nunca hizo nada serio para que se esclareciera. La disidencia democrática en el valle de México se debilitó y ella ascendió en el escalafón sindical y llegó a manejar las finanzas del gremio.


La segunda fue en 1989. Excluida del círculo cercano de Carlos Jonguitud Barrios, líder vitalicio del SNTE, al que ingresó en 1977, coqueteó efímeramente con la Corriente Democrática del PRI y, desde 1987, tuvo que mal saciar su ambición política ocupando posiciones secundarias dentro de la cúpula sindical. Manuel Camacho la rescató de su aislamiento político al hacerla delegada de la Gustavo A. Madero en diciembre de 1988.


Meses después, en una jugarreta del destino, el más grande paro nacional jamás realizado por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) derrocó a Jonguitud y le abrió –sin proponérselo- las puertas para cumplir sus más preciado deseo: fue designada secretaria general interina del SNTE. Los maestros en paro que rodeaban el edificio de la SEP la recibieron durante varios días gritándole ¡asesina!


Carlos Jonguitud Barrios, fundador del grupo Vanguardia Revolucionaria, responsabiliza al grupo de Elba Esther de la muerte de Misael después de 21 años. Con razones fundadas, en su momento también se le señaló a él como autor intelectual del homicidio. Respondió diciendo que la acusación era pura falsedad y que buscaba dividir al sindicato.


Cuando en agosto de 1981 los asesinos materiales confesaron que habían sido contratados por un comisionado del comité nacional del SNTE, el entonces secretario general, Ramón Martínez, declaró que inculpar al sindicato eran puras calumnias propaladas por pequeños grupos dirigentes.


Misael Núñez no fue el único maestro democrático asesinado por pistoleros de Vanguardia Revolucionaria. El profesor Pedro Palma fue ultimado a balazos en Hidalgo. El oaxaqueño Modesto Patolsin fue secuestrado y su cuerpo aún no aparece. El chiapaneco Celso Wenceslao murió por los disparos que los vanguardistas le hicieron después de perseguirlo. El dirigente morelense Víctor Ariel Bárcenas fue violado. Muchos más golpeados. Un recuento provisional de 15 años de cacicazgo jonguitudista arroja un saldo de casi 100 trabajadores de la educación muertos o desaparecidos.


Durante 10 años Carlos Jonguitud y Elba Esther Gordillo fueron uña y mugre. La profesora Gordillo participó de las prácticas sindicales de Vanguardia Revolucionaria sin objetarlas. Fue su beneficiaria directa. Comenzó a diferenciarse de ellas hasta que el patriarca la excluyó del círculo de los elegidos. Cuando lo consideró necesario para su carrera, no dudó en traicionar al hombre a quien debía su carrera política y sindical.


Engrandecida por la timidez de sus compañeros de partido, encumbrada por una transición ratonera, desde sus cuarteles generales en Polanco Elba Esther sigue al pie de la letra los consejos de la Aparición a Macbeth: “Sé de corazón de león; ten arrogancia y no te cuides de lo que proteste, te agite o conspire contra ti.
Macbeth no será nunca vencido hasta que el gran bosque de Birnam suba marchando...”.


Sombra de su sombra, Carlos Jonguitud decidió que es el momento de la revancha y convocó al espectro de Misael Núñez Acosta para hacerse justicia. Profético, le advierte a la maestra: el sistema la desechará como se deshizo de él. Aunque aún no marche el bosque de Chapultepec (o de Birnam), la tragedia de Macbeth llegó a Polanco. La investigación sobre el homicidio de Misael debe reabrirse, la verdad esclarecerse. Jonguitud y Elba Esther tienen que ser llamados a declarar.


Elba de Troya (2)


Por Luis Hernández Navarro

Elba Esther Gordillo se encuentra en aprietos. Su monigote fue quemado en la plaza pública.


Juzgada por un tribunal popular se le declaró culpable de represión contra el magisterio democrático, enriquecimiento ilícito y destrucción de la educación pública. Ha sido condenada al repudio público y a enfrentar las denuncias en su contra en los órg
anos judiciales.


Elba Esther está en dificultades. Cuanto más mejoran sus bonos en Los Pinos, más se deterioran las relaciones con los militantes de su partido. Cuanto más se acerca a Vicente Fox, más se aleja del PRI. Cuanto más compromisos establece con el Presidente, menos posibilidades tiene de que sus compañeros los acepten.
La maestra es vista por muchos dirigentes del tricolor como un verdadera caballo de Troya en sus filas. Allí se le conoce como Elba de Troya. Es el ariete para romper la unidad partidaria, el vehículo para transmitir la línea oficial al PRI. Sus pactos con el gobierno federal tienen el tufo de la claudicación. Cuando habla de la necesidad de modernizar a su partido se sospecha que lo que realmente quiere es comprometer el voto priísta con las reformas legales de sus adversarios. Sus palabras tienen, como su carrera política, el sello de la traición.


Para acumular capital político la secretaria general del PRI ha enfrentado sin el menor pudor a sus compañeros. Denunció a los labastidistas, atacó a Beatriz Paredes, responsabilizó a Manlio Fabio Beltrones de organizar una campaña en su contra y abandonó a los dirigentes petroleros a su suerte. Manuel Bartlett le incomoda porque su negativa a sumarse a la reforma eléctrica foxista camina a contrapelo de sus compromisos en palacio. Sus conflictos y dificultades con Roberto Madrazo crecen día tras día.


Aunque la maestra declara que la educación pública debe ser laica y gratuita, maniobra para deslizar la agenda confesional de sus aliados gubernamentales dentro del magisterio. Al igual que lo hizo con la descentralización educativa cuando fue designada por Salinas de Gortari jefa del sindicato magisterial, su rechazo original se convirtió en una claudicación sin condiciones; ahora maniobra para limar el filo liberal del artículo tercero constitucional.


Es que la herencia de la escuela rural mexicana y el normalismo le resulta cada vez más incómoda, mientras que el olor a sacristía y los clubes industriales le son cada vez más cercanos. Por ello sus empleados en el SNTE convocaron a un Consejo Nacional para modificar los estatutos gremiales. Quieren mostrar un rostro sindical remozado que reivindique el “humanismo” educativo, para que su líder moral pueda presentarse con menos inconvenientes ante los nuevos amigos con los que se codea. La receta continúa la tradición. Algo similar hizo en 1992 cuando, en contra de lo establecido en el aparatado B del artículo 123, se reeligió y modificó los estatuios sindicales para quitar de su Declaración de Principios la adscripción al nacionalismo revolucionario y sumarse al liberalismo social salinista.
Elba Esther Gordillo está en apuros. El dedo de sus incondicionales no puede tapar el sol de la avalancha de denunciar presentadas por su participación en la guerra sucia contra el magisterio democrático. Su desgarramiento de vestiduras llamando a la honradez y la transparencia en la gestión gremial no logra distraer la atención de los testimonios sobre uso indebido de fondos sindicales y enriquecimiento ilegítimo.


Las acusaciones en su contra ante la Fiscalía Especial para los Movimientos Sociales y Políticos del Pasado crecen día a día. Las movilizaciones del magisterio democrático que piden su renuncia son cada vez más amplias.


El juicio político efectuado el pasado 12 de octubre en el Monumento a la Revolución es tan solo un eslabón más en la cadena de su repudio.


Quienes en los medios se atreven a meter la mano en su favor son cada vez menos. Ha incumplido tantos compromisos, ha tirado al basurero tantas promesas, se ha comportado tan deslealmente, ha propiciado tantos agravio, ha pisoteado a tantas personas para salvaguardar sus intereses personales, que la lista de los detractores dispuestos a pasarle la factura hace que su defensa sea difícil. Que lo diga sino su creador político, Carlos Jonguitud Barrios, quien tiró, desde las filas de su partido, la primera piedra en contra de su pupila.


Elba Esther está en la higuera política, tan quemada como los monigotes que la representan. ¿Hay alguien que crea más allá de Jorge G. Castañeda, que con el desprestigio que carga puede ser una figura respetada de la transición política del país? ¿Puede servir al presidente Fox cuando dentro del PRI se le ve como el instrumento del jefe del Ejecutivo para dividir y someter el partido? ¿Está en posibilidades de modernizar la educación cuando camina en contra dela cultura laica y liberal del magisterio?


La histórica impunidad de la maestra está en entredicho. A Elba de Troya se le apareció la historia.

El ex cacique Jonguitud destapa la cloaca de la cacique Elba Esther Gordillo

El 25 de agosto del 2002 se publicó una ENTREVISTA /CARLOS JONGUITUD BARRIOS, EX SECREARIO GENERAL DEL SNTE, quien dijo que el sistema desechará también a Elba Esther Gordillo denunció: HA DESMATELADO TODAS LAS CONQUISTAS DEL SINDICATO.


El ex líder moral del magisterio ajusta cuentas con ella, la mujer a quien dice haber conocido en la más espantosa miseria. Acusa: el profesor Misael Núñez Acosta murió a manos de uno de los grupos de control de la maestra, y anticipa: la situación de los mentores no mejorará.


Desde el ocaso de su vida sindical y política, Carlos Jonguitud decide que ha llegado la hora de ajustar cuentas. Y fustiga, señala, acusa y hasta advierte a Elba Esther Gordillo que como él se ve hoy, ella también será, más temprano que tarde, desechada por el sistema político al que se entregó, “importándole un comino lo que sucedía”, convirtiéndose, con su grupo, en “verdaderos esquiroles” de los maestros.


Porque sin matiz o concesión, para el que fuera uno de los emblemas del corporativismo mexicano desde le Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), actualmente se vive “un retroceso generalizado y una lucha interna apagada porque los maestros traen fuego en las venas, pero nada más hablan, los clarean y se acabó”.


A pesar de sus dolencias físicas, Jonguitud Barrios también trae su propio fuego. Aunque al principio de la entrevista con La Jornada se muestra reticente a hablar de ella, de “esa muchacha” que él “trajo” de Chiapas y que “yo formé”, más tarde se convierte en un juicio sumario contra una Elba Esther Gordillo que opera, dice, con base en grupos de control. “No sé si ustedes recuerden el asesinato de un maestro en el estado de México, Misael (Núnez Acosta)... Misael murió en manos de ellos...”.


Rotundo en esa acusación, también lo es cuando asegura: “Creo que Elba en la lucha es capaz de muchas cosas. Yo digo que si esta entrevista la estuviera oyendo o viendo, ustedes o yo tendríamos que pagar el pato; no los quiero espantar, pero así es”.


Lo que más le duele, sin embargo, es que la maestra chiapaneca, hoy alta dirigente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y abierta colaboradora en las políticas que diseña el gobierno de Vicente Fox, ha desmantelado las conquistas magisteriales que se consiguieron en la etapa en la que él fue líder “moral” y estatutario del SNTE y los mentores vivan hoy “en la más completa miseria. Se volvieron apáticos, indiferentes, absolutamente fuera de la realidad”.


– ¿Elba Esther Gordillo es su enemiga?

– De esa mujer no quiero ni hablar siquiera.
Me enferma el sólo pensar.

Y de su discípula, de la maestra, plantea con total certeza: “Serví de puente para que esta niña se conectara nuevamente a la dirigencia sindical, nada más... yo vi a esta mujer en condiciones de miseria”. Habla primero serio y luego con risa franca, incontenible, cuando señala que la ambición de la chiapaneca le viene desde su infancia y juventud, “y nunca logró nada, a pesar de los 10 millones que dice que le trajo su abuelo”.


“Yo creo que ella no controla nada, pero es muy perseverante en sus cosas. Cuando pretende algo, lo lleva a cabo, lo realiza, pero esto no quiere decir control del magisterio sino control de la autoridad, porque desde el momento en que se da ese contubernio con la autoridad, ella se implica en conseguir una plaza de doble turno para las gentes que están apoyándola”.


- Pero si dice usted que ella en realidad no es quien controla, ¿cómo ha logrado mantenerse 13 años al frente del sindicato magisterial?


– A base de sus grupos de control– señala y guarda silencio. Jonguitud mira al vacío. Acto seguido, revive un caso que, para él, ilustra a la perfección su aserto:
“No sé si ustedes recuerden el asesinato de Misael, un maestro de Estado de México.


Misael murió en manos de ellos, precisamente por eso, porque se había convertido en una gente que tenía cierta afinidad por los planteamientos del sindicato, porque estaba completamente convencido de a lucha y andábamos buscando la forma de incorporarlo al sindicato. Ellos lo rescataron y le dieron línea. Y claro que no tuvo afinidad con ellos y por fin lo mataron”.


El sobreviviente

“Creo que Elba en la lucha es capaz de muchas cosas... Nosotros éramos blancas palomitas”, en comparación.


Y la ironía propia de un hombre que en 
muchos sentidos puede considerarse a sí mismo como un sobreviviente surge por la esquina de alguna expresión. Se refiere así a la reciente explicación de Elba Esther sobre su fortuna personal:

“No sé cómo ella pudo ubicar (al sindicato) en una situación desfavorable. No lo entiendo. Cómo una mujer que había servido al sindicato, que cuando menos tenía esa línea, modesta, pero la tenía, allá con su abuelo (en Chiapas) que dice ella que creció entre millonadas de pesos. Eso no es cierto.


Es un ardid de esta mujer que dice que salió de Chiapas y que ahí el abuelo vino y le depositó 10 millones de pesos. Esas vaciladas están buenas para Ripley”.
Cuando dice cosas así, Jonguitud ríe de buena gana, pero también cae en silencios tan grandes como las lagunas que cubren su memoria.


Sin embargo, luego habla recio. Asegura que la intención no es “atomizar” al SNTE sino “hacerlo desaparecer” y que con su sucesora se generó “la entrega general de todas a todas las fuerzas del gobierno”.


– ¿Salinas contó con colaboradores suyos que lo traicionaron?
– Fíjense que no contó con ellos. Los obligaron a estar con ellos. Eso es distinto. Y sí hay algunos que voluntariamente cedieron.
– ¿Sería el caos de ella?
– Sí, claro, de ella. Y ya sabe usted quién es ella.
– Pero ella fue hechura de usted...
– Yo la formé, yo la traje de Chiapas y la formé.
– ¿Entonces, por qué se deformó?
– Pues... la formé muy mal porque no sirvió de nada el esfuerzo.

Cuando Gordillo llegó de Chiapas

A lo largo de casi dos horas de conversación, Jonguitud rememora el impacto de su encuentro inicial con Elba Esther Gordillo, cuando lo abordó, hace décadas, en la avenida Pino Suárez, en las escalinatas de la Suprema Corte de Justicia.


“Ahí estaba Elba con dos o tres personas esperándome. Me dijo ‘queremos hablar con usted’. ‘Súbase’, le respondí. Nos fuimos al Hotel Diplomático, que tenía un buen restaurante...


Las fechas ya las tengo borradas. Ella era líder sindical. Yo la traje de Chiapas a través de los amigos que recomiendan personas. Yo con mucho gusto serví de puente para que esta niña se contactara con la dirigencia del sindicato”.
– ¿Qué pasó después?
– Qué pasó, quién sabe... –ríe, pícaro.


Tratamos muchas cosas. Entre ellas, el asunto de que venía de la más espantosa miseria y necesitaba el apoyo, la ayuda para levantarse un poco... Venía en condiciones muy lamentables. Venía con familia, inclusive... Ese tema yo no lo quisiera tratar. Me produce problemas la situación de esta muchacha.


Yo vi a esta mujer en condiciones de miseria.


Digo, no andaba pidiendo limosna, era la miseria que se siente en el magisterio, que actualmente se siente todavía.


“Hay un contubernio entre las autoridades educativas y el magisterio sindicalizado. El maestro ha aprendido que su presencia en el sindicato significa sumisión, aceptación de todo lo que venga, y que los canales sindicales dejen de trabajar en beneficio del maestro”.

El asesinato de Misael Núñez, crimen impune

A las 18 horas del 30 de enero de 1981 tres pistoleros a sueldo llegaron a Tultepetlac en un auto Chrysler Le Baron. Al estacionarse frente al local donde se efectuaba una asamblea de maestros y padres de familia, un grupo salió de la reunión para ver quiénes eral los recién llegados. El vehículo tenía los faros encendidos.


Cuando el grupo se encontraba a menos de un metro de distancia los criminales reconocieron al profesor Misael Núñez Acosta. Fue entonces que le vaciaron el cargador de una Colt calibre .45.


Los homicidas subieron al coche que habían robado la noche anterior, haciéndose pasar por policías, y huyeron a toda velocidad. Ya en el suelo. Misael quiso levantarse pero no pudo.


Trató de decir algo pero no le alcanzó la vida para articular palabra. Dos o tres minutos después murió. Igual destino tuvo el obrero Isidro Dorantes. El maestro Darío Ayala resultó herido de gravedad.


Rufino Vences Peña, Joel Vences Hernández y Jorge Mejía Pizaña fueron los asesinos materiales. Mataron a Misael a cambio de 300 mil pesos. Clemente Villegas, asistente de Ramón Martínez, entonces secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), los contrató. Él fue el operador de los homicidas intelectuales. El trato se cerró con Rufino en el Burger Boy de Nezahualcóyotl. Vences Peña convenció después a su tío y a su amigo Jorge Mejía de entrarle al asunto. Bastó con que les adelantara 15 mil pesos para que se comprometieran en la empresa.


Este era apenas el inicio de un próspero negocio. Según declararon los homicidas a la justicia cuando fueron detenidos. “Clemente Villegas, quien nos manifestó que prestaba sus servicios en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, nos indicó que había más personas que calmar, ya que se encontraban agitando, realizando paros, mítines y marchas a Palacio Nacional, aceptando los de la voz calmar a estas personas que agitaban, quedando de verse en un restaurante donde los declarantes recibieron la cantidad de 60 mil pesos” (unomásuno, 27 de julio de 1981).


Misael Núñez Acosta era uno de los más combativos dirigentes de la disidencia sindical democrática del magisterio en el Valle de México, agrupada en la sección 36 del SNTE.


Al momento de su muerte informaba a los padres de familia del rumbo que seguirá el paro nacional decretado para el 2 de febrero.


Elba Esther Gordillo era la cacique sindical de los trabajadores de la educación en el Estado de México, y una de las principales afectadas por la labor de Misael. Fue designada por Carlos Jonguitud como secretaria general de la sección 36 para el periodo 1977-1980, en lo que ella caracterizó después como un pleito de hombres. De allí saltó, siempre con el apoyo de su protector, a ocupar un puesto en el comité nacional del sindicato, dejando a Leonardo Rodríguez Valero, un personaje incondicional, a cargo de su feudo. En esas estaba cuando un vigoroso movimiento democratizador de base estalló en 1980 en sus dominios. Misael era, con mucho, una de las figuras claves de esa fuerza emergente.


Núñez Acosta nació el primero de agosto de 1949 en Tenango, Hidalgo. Hijo de una familia pobre, de religión protestante, estudió en la Normal Rural de El Mexe, Hidalgo. Allí no pudo cursar más que los dos primeros años. Fue expulsado del plantel por denunciar el mal manejo que los directivos hacían con las raciones alimentarias. Terminó sus estudios, después de una larga lucha, en la Normal de Tenería, en 1970.


Al día siguiente de su asesinato, el CEN del SNTE y la delegación regional de la SEP en el estado de México condenaron “los hechos violentos suscitados en los enfrentamientos de Ecatepec, donde se atenta contra la vida y seguridad de los miembros del magisterio”. La declaración provocó una gran indignación entre los profesores democráticos. “Los hechos violentos” eran asesinatos pagados, no enfrentamientos.


De Tulpetlac salió una marcha fúnebre rumbo a la Escuela Normal Superior con los restos de Misael. Cientos de puños en alto lo recibieron allí. Una interminable procesión de carros partió rumbo a Ixmiquilpan, Hidalgo, para sepultarlo. Su féretro fue cubierto con una bandera roja y las siglas de su organización. El 2 de febrero de 1981, día del inicio del paro magisterial nacional, 80 mil personas marcharon por las calles de la ciudad de México. En la descubierta, encabezando la manifestación, fue llevado un simbólico ataúd. Los asesinos materiales fueron detenidos por la policía pero, poco después, se fugaron de la cárcel sin grandes dificultades. Aunque confesaron quién los había contratado nunca se apresó a los autores intelectuales del homicidio. Tan pronto se hizo pública la relación entre los criminales y dirigentes del SNTE, la sección 36 publicó un desplegado en el que tachaba a sus acusadores de amarillistas y de pretender vulnerar la unidad sindical. El comité nacional tardó tres semanas en fijar su posición. Después de atacar a casi todo mundo, excepto al presidente de la República, los líderes del sindicato afirmaron que su gremio: “rechaza categóricamente las aseveraciones que pretenden involucrar a nuestra organización con los actos criminales en los que perdió la vida el c
ompañero Misael Núñez Acosta”.

A más de 11 años de su muerte el crimen sigue impune.

Gordillo y Jonguitud, implicados en el homicidio, acusan familiares de Misael

Pidieron en agosto de 2002 al presidente Vicente Fox que se investigara el crimen y se haga justicia. Antes de su muerte, vecinos de Tulpetlac les avisaron que unos caciques lo buscaban. La familia de Misael Núñez Acosta, el profesor asesinado el 30 de enero de 1981 por pistoleros presuntamente enviados por caciques del SNTE, exigió al presidente Vicente Fox “que se investigue ese crimen político hasta sus últimas consecuencias y que realmente se haga justicia, porque el único delito de Misael fue luchar por la gente más necesitada”, según manifestó Yolanda Rodríguez Luis, quien fuera compañera del dirigente magisterial, con quien procreó tres hijos.


A su vez, el mayor de sus hijos, Edson Misael Núñez Rodríguez, recuerda que antes de que asesinaran a su padre vecinos de Tulpetlac les advirtieron que varios caciques lo buscaban. “Ahora entiendo que eran Elba Esther Gordillo y Carlos Jonguitud Barrios”.


Afirma que los dos dirigentes del sindicato magisterial “son lo mismo, Elba Esther fue alumna de Carlos Jonguitud, y ahora no puede ser que él la culpe. Los dos tienen que ver en esto”. Agrega: “aunque se da un manejo político de la información para fastidiar a Elba Esther, para nosotros sólo está el homicidio de nuestro padre”.


Yolanda Rodríguez, quien quedó viuda a los 32 años, dice que han vuelto las esperanzas de que se haga justicia y, en nombre de sus hijos, pide que intervengan las autoridades judiciales y el Presidente de la República, porque “es un crimen político y Vicente Fox ha propiciado la apertura para que se resuelvan los casos de este tipo”.


— ¿Elba Esther Gordillo y Carlos Jonguitud son los responsables?


De Elba Esther no lo dudo —responde contundente—, Misael era uno de los pocos profesores que podían levantar la voz y hasta golpear un escritorio frente a Elba Esther para exigir que cumpliera su papel en un sindicato tan grande, ya que los maestros están en pésimas condiciones y los dirigentes sólo buscan canonjías. Muchos profesores se ven forzados a trabajar doble turno para que sus hijos puedan estudiar.

Asesinato ruin y cobarde

Agrega: “No es posible que gente tan negativa aún esté ocupando puestos políticos y que nunca los alcance la justicia, no creo que sea justo”. Asegura que “desde el principio señalamos que fueron los dirigentes del sindicato (SNTE) quienes ordenaron matar a Misael de la manera más ruin y cobarde, porque lo atacaron por la espalda y no le dieron tiempo para defenderse”.


Yolanda se quedó sola y con tres hijos:
Edson Misael, de 10 años; Héctor, de 7, y Tania Angélica, de 4. A pesar de la dramática situación que vivía, durante un tiempo asumió la dirección del plantel donde Misael trabajó hasta el día de su muerte.


Asegura que después del asesinato las autoridades hicieron una “parodia” con la justicia. Aprehendieron y encarcelaron a tres personas señaladas como responsables del crimen, en 1982 un juez dictó sentencia en su contra, pero a los tres meses “escaparon”. Así, dice, “entre comillas, porque ¿quién les va a creer?”.

En noviembre de 1980 Gordillo amenazó a Misael y otros maestros

Era el 13 de noviembre de 1980. Desde un templete en la explanada de la presidencia municipal de Tlalnepantia, donde Elba Esther Gordillo y el comité de la sección 36, encabezado por Leonardo González Valera, habían concentrado a sus huestes en un mitin, la profesora Gordillo pareció sentenciar el destino de los profesores disidentes Misael Núñez, Teodoro Palomino, Juan José Altamirano y otros: “Los pararemos cueste lo que cueste, a costa de lo que sea, con toda la fuerza del sindicato”.


Lo anterior quedó establecido en una de las comparecencias que realizaron, por separado, ante la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, Juan José Altamirano Gómez, Ramón Couoh Cutz, Teodoro Palomino Gutiérrez, Germán Aguilar Olvera y José González Figueroa, fundadores del Comité Central de Lucha (CCL) del Valle de México, quienes señalan a Elba Esther Gordillo, Carlos Jonguitud, Ramón Martínez Martín y Leonardo González Valera como responsables intelectuales de la muerte, en 1981, del profesor Misael Núñez Acosta.  


Una brigada de tres miembros del CCL del Valle de México se trasladó al citado mitin en Tlalnepantia para repartir volantes del movimiento. Ahí fueron testigos del discurso que lanzó Gordillo, “quien textualmente señaló: ‘que el Comité Ejecutivo Nacional y la sección 36 del SNTE establecían el compromiso público de detener el desarrollo de las acciones que atenían contra la unidad de nuestro sindicato, y que en este momento están organizando los seudo maestros Misael Núñez Acosta, Teodoro Palomino, Juan Altamirano, Sergio Montano y Mauro Pineda’, señalando: ‘los pararemos cueste lo que cueste, a costa de lo que sea, con toda la fuerza del sindicato’”.  


Cuando algunos simpatizantes de Elba Esther —agrega el profesor— se dieron cuenta de la presencia de miembros del CCL, los persiguieron para golpearlos, y por esa razón salieron del mitin y se trasladaron hacia Ciudad Universitaria, donde se realizaba el Congreso de Masas en el que fue electo secretario de Trabajo y Conflictos de Educación Primaria el profesor Misael Núñez Acosta.

La cadena de homicidios se extendió a Oaxaca, Puebla, guerrero y otros estados

El asesinato de Misael, punto de partida de una oleada de muerte y represión contra disidentes Después del asesinato de Misael Núñez Acosta, la muerte de disidentes magisteriales (hay registro de cuando menos 152 asesinatos o desapariciones) se extendió a siete entidades más: Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Guerrero, Morelos, Chiapas y Michoacán, justamente las que apoyaron con mayor fuerza el paro-plantón organizado en 1981 por el entonces Consejo Central de Lucha del Magisterio del valle de México (CCL), del que el maestro victimado fue pieza clave, según consta en las acusaciones ministeriales que levantaron los fundadores del consejo contra Elba Esther Gordillo, Carlos Jonguitud y otros dirigentes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). 


Luego del asesinato de Núñez Acosta, “en ese mismo año (1981) continúa la guerra suda con el homicidio del maestro Pedro Palma, en Pachuca, Hidalgo, realizado en una emboscada preparada por Vanguardia Revolucionaria que dirigió en ese entonces Refugio Araujo, secretario particular de Carlos Jonguitud Barrios. La represión continúa con otros crímenes más en los siguientes años en Oaxaca, Puebla, Guerrero, Morelos, Michoacán y otros estados, donde también hubo desapariciones”, establece uno de los denunciantes en su comparecencia.

Del plantón a la represión

El 3 de febrero, como a las tres de la mañana, el plantón “fue atacado por granaderos y la policía montada de la ciudad de México, que utilizaron gases lacrimógenos. Con violencia fuimos subidos a cientos de camiones de la Ruta 100 y vigilados por patrullas policiacas. Fuimos trasladados por distintos rumbos a las afueras de la ciudad de México. Éramos aproximadamente 40 mil maestros los que manifestábamos nuestra inconformidad”. 


El paro-plantón, al que se habían sumado “masivamente” compañeros de Hidalgo, Morelos, Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Distrito Federal, “fue levantado” por la fuerza “a petición del Comité Ejecutivo Nacional del SNTE, encabezado por Ramón Martínez Martín”. Después de ser conducidos con violencia hacia los autobuses, los disidentes fueron abandonados en las carreteras de Texcoco, Pachuca y Morelos, establece uno de los maestros en su acusación.


Pero la táctica gubernamental no sólo tuvo como blanco el valle de México, sino otras entidades en donde el movimiento disidente había tomado fuerza. De esa manera, a varios maestros los obligaron a ocupar puestos —“so pena de continuar con la represión”— en los comités seccionales de Guerrero, Hidalgo y Morelos.


Sin embargo, la presión social y las movilizaciones magisteriales “exigiendo castigo” para Elba Esther Gordillo, Carlos Jonguitud, Ramón Martínez Martín y Leonardo González Valera, y para el gobierno del entonces presidente, José López Portillo, “que los protegía”, hizo que detuvieran a los homicidas materiales, manifiesta otro de los maestros.
En 1982 fueron aprehendidos los asesinos materiales de Núñez Acosta, de nombres Rufino Vences Peña, Joel Vences Hernández y Jorge Mejía Pizaña, “todos originarios del estado de México y ex agentes judiciales” de la entidad. 


Los asesinos declararon ante el Ministerio Público de Tlalnepantla que  fueron contratados por Clemente Villegas Villegas, el secretario auxiliar del entonces secretario general del SNTE, Ramón Martínez Martín. La sentencia que recibieron fue de 30 años de prisión.


Después de “poco más de medio año” de estar en el penal de Barrientos —lugar “donde los asesinos amenazan a Carlos Jonguitud, Elba Esther Gordillo, Ramón Martínez Martín y Leonardo González Valera de dar a conocer los nombres de los autores intelectuales del crimen de Núñez Acosta si no son liberados de inmediato”— son trasladados a la cárcel de La Perla, en Nezahualcóyotl, por influencia de “Gordillo y González Valera”.


Al poco tiempo de estar en el penal de La Perla los homicidas escaparon, aunque en una de las declaraciones se precisa que uno de ellos, Jorge Mejía Pizaña, fue trasladado días antes a la prisión de Texcoco, de donde también se fugó, sin que hasta el momento se sepa nada de ellos.

La fundación de la CNTE marcó el inicio de la represión contra los disidentes

Al menos 152 maestros democráticos fueron asesinados o desaparecidos desde 1979.


La crudeza de las cifras es testimonio de la magnitud del agravio. Al menos 152 maestros democráticos fueron asesinados o desaparecidos desde que en 1979 se fundó la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Además, como parte de la guerra sucia contra los profesores disidentes, sus dirigentes fueron baleados, amenazados de muerte, violados, acusados penalmente y golpeados.


Esta guerra fue orquestada en la dirección nacional del SNTE por el grupo Vanguardia Revolucionaria y sus sucesores en el organismo gremial. Participaron en ella, por comisión o por omisión, fuerzas del orden, cuerpos de seguridad y diversos gobernadores.

Vanguardia va a la guerra

La CNTE se fundó en diciembre de 1979 para coordinar las grandes movilizaciones magisteriales por democracia sindical, mejores salarios y rezonificación efectuadas en Tabasco, Chiapas, La Laguna y la Montaña de Guerrero. Surgió como una fuerza de trabajadores de la educación nacional, autónoma, independiente del Estado y de cualquier partido político.


Desde su nacimiento se convirtió en un enorme desafío a la burocracia sindical agrupada en Vanguardia Revolucionaria, que desde 1972 tenía el control del SNTE. Sus dirigentes, muchos de ellos de origen caciquil y surgidos de una práctica gremial en la que la existencia de grupos de pistoleros era una constante, respondieron a esta expresión del magisterio con lujo de violencia. En febrero de 1980, durante la presentación de su informe como secretario general saliente en el 12 congreso nacional realizado en Chetumal, José Luis Andrade Ibarra realizó un ejemplar análisis de la disidencia y de las medidas a tomar para enfrentarla. Según él, los maestros democráticos no eran más que “enanos celosos de la estatura de Jonguitud (...) fracasados que no tuvieron el cariño de los padres y que por eso llegan a traicionar e intrigar (...) seres malformados (...) ciegos de poder (que) continuarán enfrentando emboscadas...” Concluyó declarando la guerra a la coordinadora; “¡duro con ellos! ¡Que no nos detengan las consecuencias!”.


El tiempo mostraría que, efectivamente, las consecuencias no los detendrían. El mismo Andrade Ibarra se vería involucrado años después, en su afán por recuperar para su sindicato el control de los maestros que habían roto con Vanguardia mientras él fue secretario general, en la organización de grupos de pistoleros en Chiapas que asesinarían a mansalva al profesor Celso Wenceslao el 2 de abril de 1987. Según testimonio de Rafael Arellanes, recogido por Carlos Monsiváis, Andrade Ibarra habría dicho rabioso: “Hay que acabar con ese cabrón”.
Aunque la guerra sucia contra los trabajadores de la educación tenía ya años de ejecución, Carlos Jonguitud la refrendó con toda claridad el 3 de octubre de 1982 en la reunión de evaluación vanguardista realizada en el auditorio Quince de Mayo: “Espero —dijo— que se entienda lo que voy a decir, no lo dejo para más tarde porque quizá ya no tengamos la oportunidad para hacerlo. Los congresos regionales están a punto de realizarse y antes quisiera recomendar algunas cosas. No voy a ser explícito en ellas, y quienes se queden con alguna duda, que la consulten directamente a la dirección del sindicato. Siento que alguna vez tendremos que ir a la guerra... y hasta ahí lo dejo. Nos debemos volver más eficientes, no queremos mártires, queremos victoriosos de todas las hazañas en que el magisterio nacional participe”.


Un mes después, el 13 de noviembre de 1981, en un mitin efectuado en la explanada de la presidencia municipal de Tlalnepantia, en el estado de México, para frenar la lucha de los maestros mexiquenses, la protegida de El Padrino y figura fuerte de la sección sindical, Elba Esther Gordillo, al igual que Andrade Ibarra, sentenció: "los pararemos cueste lo que cueste, a costa de lo que sea, con toda la fuerza del sindicato”.


Esta retórica no era novedosa. Tampoco el uso de la violencia para dirimir cuestiones sindicales. Su empleo era moneda corriente entre los integrantes de Vanguardia Revolucionaria. Había sido la partera de su historia. El 22 de septiembre de 1972, Eloy Benavides y Carlos Jonguitud Barrios, hasta ese entonces miembros destacados de la camarilla en el poder del sindicato magisterial, tomaron violentamente el local sindical y desconocieron a la dirigencia en funciones. Contaban con el apoyo del presidente Luis Echeverría Álvarez, con quien entablaron amistad desde el paso de éste por la Oficialía Mayor de la Secretaría de Educación Pública (SEP).


El tribunal concluyó: “hemos sido testigos directos o indirectos de las agresiones de que han sido objeto compañeros de diversas secciones del país. Estas van desde las más simples hasta las más brutales: sanciones administrativas, secuestros prolongados, desapariciones y asesinatos políticos”.

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